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La Semana La existencia es un día oscuro y triste; de vez en cuando, Boda con todo, por entre las desgarraduras momentáneas de las nubes se filtra, como en los días de noviembre, un rayo de sol, y entonces el miraje brumoso, herido por esa luz tímida y juguetona, se con vierte para nosotros en un palacio oriental. Este fenómeno ocurre princi palmente en la vida cuando aparece en el horizonte el astro con que Eros ilumina la senda escabrosa de los mortales. Esa hora suprema ha brillado en estos días para la señorita Ana Pagés y para el joven don Isaac Zúñiga.
Hay que hacer una excursión ideal la época lejana de los Cides para encontrar el tipo genético de este joven entre aquellos donceles que en las cortes de antaño brillaban por su apostura varonil, por su bizarría ele.
gante y por su caballerosidad quisquillosa. Sí, Isaac Zúñiga Montúfar, sin ser arcaico, reproduce gallardamente al doncel de los tiempos caballerescos.
En cuanto a la señorita Pagés, hay que buscar su filiación en una cumbre luminosa. el Olimpo. La belleza de su rostro y la gentileza de su cuerpo proclaman altamente que Dios, poeta y, como tal, un si es no es pagano, quiso reproducir en esta criatura la Psiquis de la leyenda mitológica.
Hija de padres ricos, la boda de la señorita Pagés debía celebrarse con el boato y con la esplendidez que en esas fiestas sociales suele derrochar la burguesía acomodada; pero ella dispuso que se distribuyese entre los pobres el dinero que en esa celebración fastuosa debía gastarse destajo. El ar tista supremo no se contento, por lo visto, con hacer así como así una primorosa reproducción de la Psiquis antigua, sino que puso en ella también un alma dulce y piadosa. un alma que florece en ese cuerpo gentil como una rosa mística en un vaso de Etruria.
El rasgo que referimos acredita sin duda nobleza de sentimiento; pero al ser generosa la mujer costarricense está propiamente en lo suyo; la flor de la bondad crece y se multiplica sin trabajo en los jardines domésticos de esta banda. Pero renunciar la ostentación galante en bien de los pobres, esos seres cuya gratitud no tiene el resplandor decorativo de la lisonja, es preferir el goce oscuro que acarrea la felicidad de los humildes al necio placer de recibir el homenaje que una sociedad frívola suele rendir al tocado de la novia á un cofrecillo de alhajas. La señorita Pagés ha probado con ello que tiene también un espíritu superior.
El Gobierno de la República ha creado y organizado Escuela una Escuela de Tipografía para mujeres en los talleres de de la Imprenta Nacional. Es este un nuevo paso en Tipografia favor del bienestar que, aquí como en todas partes, tiene derecho la mujer que aspira ganar independientemente y con esfuerzo propio el pan cuotidiano. La Escuela de Cocina vino proclamar que el Gobierno quiere imprimir una tendencia práctica la educación un tanto superficial y frívola que entre nosotros suele recibir la graciosa compañera del hombre: la nueva creación no deja lugar 1706

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