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Revista de Revistas LA VITA. Hojeando los anales de la Asociación Científica Mexicana encontré algo que me llena de placer por lo dado que soy a las investigaciones que por lo misteriosas me atraen. El sabio y el profundo observador don Víctor José Lizardi, un mexicano quien las ciencias deben numerosos trabajos de importancia grande, acaba comprobar por medio de varios experimentos el hecho apenas sospechado de que del humano cuerpo irradia una fuerza capaz de producir varios efectos potenciales. Hace muchos años algunos sabios pretendieron que los efectos del magnetismo llamado animal obedecían una corriente que emabana del magnetizador. Esa teoría fue admitida por unos y negada por otros y últimamente se propendía más su negación que la afirmación.
Pero como nada se pierde en el mundo, resulta que los trabajos emprendidos hace tantos años vienen tener hoy su confirmación.
Si sobre la punta de una aguja, sustentada por un corcho, se equilibra una tira de papel delgado, girará siempre que se le acerque una otra mano ligeramente encorvada y la más corta distancia posible. Pero chocará el hecho constante de que el papel gire en determinado sentido, contrario para cada mano, como si una fuerza que saliera de la punta de los dedos fuera la que impulsara el papel. Esta esperiencia es conocida desde hace muchos años y cualquiera puede hacerla en un cuarto abrigado de las corrientes de aire.
El señor Lizardi construyó un aparato consistente en un globo de vidrio muy delgado, herméticamente cerrado con un tapón de caucho del cual pende un hilo de seda de capullo sumamente fino al cual se ata por su centro una aguja de lámina delgada de mica la altura de la parte media del cuerpo esférico del globo matraz.
Hé aquí los efectos que se observan: Siempre que se toca con la mano el matraz por su parte media.
se desvía la aguja hasta ponerse los extremos a puntando a la punta de los dedos uno de ellos y el otro la muñeca. El sentido de la desviación es diferente para cada mano. Si el contacto se prolonga y se tiene cuidado de mover la mano se llega casi siempre producir la rotación de la aguja. La simple proximidad de una persona un metro de distancia es suficiente para que en cin diez minutos se orientel aguja, apun tando con uno de sus extremos dicha persona.
No trascribo integramente todos los efectos observados porque el espacio reservado esta revista es pequeño. Sin embargo debo agregar que esa nueva fuerza la bautizó su descubridor con el apropiado nombre de VITA. Hé aquí, agrega el autor en el artículo publicado en la revista ya citada y de donde he tomado los datos que anteceden, hé aquí un nuevo campo abierto a los fisiologistas; hé aqui cómo los pretendidos efectos de levitación de los espiritistas y de los fakires no son tan inverosímiles como antes; hé allí, en fin, como los partidarios del antiguo magnetismo animal, tan burlados y despreciados por hombres de ciencia, se han hecho de un nuevo baluarte para defender su doctrina. Ya no sólo se creerá álos seres vivientes rodeados de una aureola luminosa, invisible para el ojo humano, sino que está plenamente comprobado que el hombre radía constantemente una fuerza capaz de traducirse por efectos mecánicos de cierta consideración.
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