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Ahora que se trata de la reforma de los programas de enseñanza valdría la pena de que los encargados de ese trabajo tan difícil y delicado leyeran la serie de artículos debidos la docta y autorizada pluma del notable educacionista Ernesto Nelson. publicados en El Monitor de la Educación Común de Buenos Aires. Estoy seguro de que encontrarían alli un material selecto y apreciable.
De la misma revista sacamos los siguientes párrafos por creerlos de utilidad práctica. El Ministro de Instrucción Pública de Bélgica, en una comunicación dirigida a los Inspectores de enseñanza primaria respecto de las láminas murales de las escuelas representando escenas del vicio, les dice: Evitemos poner a la vista los horrores del vicio. La vista frecuente del vicio nos habitúa, nos familiariza con el mal y muy amenudo, desgaciadamente, nos empuja hacia el mal. Perdemos de vista que el ejemplo del vicio es contagioso y que muchas personas se complacen en pintárnoslo. Entre la generalidad de los hombres el vicio produce, primera vista, un sentimiento de horror, después la curiosida vence el horror y prepara la vista a la indiferencia, muchas veces una simpatía enfermiza.
LEÓN FERNANDEZ GUARDIA Impresión nocturna (EFFET DE NUIT)
SULLI PRUD HOMME En viajar sin amigos no me gozo.
En extraña posada pernocté, donde, basta el cuarto más antiguo, un mozo llevándome de tramo en tramo fué. un lúgubre silbar el infinito espacio hendió, tras el horrendo alud, como clamor de espíritu precito que huyendo va sin esperar salud.
Alli soberbia cama. guarnecida de heráldicos leones, y en redor blanca cortina, en pliegues recogida.
reflejaba vidrieras de color.
Bebiendo filtros que la luna llueve, mudo, inmóvil quedé, metido allí, y de pronto un murmullo, como leve roce de seda crugidora, of: Era un tren que por plano igual venía veloz rodando impulso del vapor, dejando atrás en la extensión vacia su estampido y su aliento abrasador.
El monstruo rapidísimo, su paso, ventanas y retratos conmovió, y un remiendo al caer del cielo raso por poco aplasta artistico reló.
Fué un momento no más. Silencio mudo otra vez dominó la soledad; la noche, que alarmarse apenas pudo, quedó envuelta en mayor solemnidad.
Sólo mi corazón perdió el reposo y el sueño huyó de mi azorada sien: con sordo empuje y grito doloroso, siglo que pasa parecióme el tren.
Imaginéme apartada trilla elįraudo y sordo quebrantar la mies; golpes de leñadores en cuadrilla, avanzando el rumor fingí después; Luego, honda sacudida, bronco estruendo, cual de ferrado carro, que un dragón fatigado arrastrase, despidiendo fogoso resoplido cada embión; CARO 1723
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