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En esas simples palabras se encierra el poema de una vida, de una vida de acción y de amor.
Sin negar que Mickiewiez encarne en su obra el genio nacional de la Polonia, por lo que con razón se le llama el Poeta Nacional, es indudable que Slowacki, nacido en la Ukraina, se revela como un oriental, como un soñador, como un visionario. Mickiewiez es una voluntad y una energía que concentradas se vuelven de bronce de granito; Slowacki es el «caballero del sueño en que respira el alma desenfrenada de la Stepa. Como buen hijo de la Ukraina, canta en sus poemas las proezas de sus antecesores los cosacos zaporogos, antiguos defensores de Polonia. Su genio es una mezcla del Norte y del Oriente, resaltando sobre todo esa tristeza del Norte, mezclada al brillo de las pedrerías orientales, en su poema Anhelli.
Es allá en Siberia, en el seno de las stepas malditas donde la sangre del águila blanca corre sobre la nieve en sui infinito dolor. Alla es donde marcha tristemente el polaco Anbelli, guiado por el schamann, especie de sacerdote bardo, que según la leyenda representa la vida moral intelectual de los siberianos.
Es allá donde el pobre peregrino encuentra su dolorosa patria, dividida en tres partes en la vida real, pero unificada por la ficción simbólica del poeta y situada allá en Siberia. Slowacki supone que la Polonia condenada a la deportación, la Polonia emigrada y la Polonia encadenada al suelo natal se dan cita en el infierno helado del Norte para reunirse. Pero dejemos la palabra Slowacki. Cuando se acercaban al cementerio, Anhelli oyó el himno de las tumbas que se lamentabani como si las cenizas se quejaran contra Dios.
Mas tan pronto como los gemidos se escuchaban, un angel sentado en la cima de la colina agitaba sus alas y luego las calmaba. Cuál es ese angel de alas blancas que lleva una triste estrella sobre su cabellera, delante de la cual se calman las tumbas. El anciano no respondió nada y recubrió de nieve los cadáveres de los muertos.
El schamann murió en los brazos de Anhelli, quien lo llevó fuera de la barraca en compañía de una joven llamada Ellenai, quien en otro tiempo había cometido un gran crimen. Sepultó al anciano en la nieve y volviéndose hacia la joven le dice. Quieres ser mi hermana? Marchémonos juntos. Ella se echa sus pies murmurando. Angel mío», Anhelli la levanta y ambos se van hacia el Norte. Detrás de ellos caminan los renos del schmann, sabiendo que ya tienen nuevos amos.
Anhelli y Ellenai viven en una choza de hielo. El la llama su hermana: ella hace su lecho de hojas y cuida de los renos. Su corazón, gracias a sus preses continuas, se llena de lágrimas, de tristezas y de esperanzas celestes; y su cuerpo se reviste de la belleza de su alma. Sus ojos irradian luz divina. luz de santa confianza. Pronto aparecía el día siberiano: el sol no se ponía más porque corría por el cielo como un caballo en la lid, con una crinera de llamas y una frente resplandeciente de blancura. La terrible luz no concluía nunca: el ruido del hielo era como el grito de Dios dirigido desde las alturas del cielo los hombres míseros y abandonados. La tristeza y la inelancolía ocasionaron la muerte de aquella desterrada. Acostose sobre su lecho de hojas, en medio de sus renos, para morir. volviendo hacia Anhelli sus ojos de zafiro inunda1743

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