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La caída del árbol Composición premiada en el último Certamen de LA FIESTA DEL ARTE (ROMANCE)
Como titán orgulloso que domina la alta selva se alza el cedro milenario de áspera y ruda corteza; sus verdes frondas extiende llenas de savia y de fuerza y los árboles vecinos su grata sombra les presta.
Por el tronco del gigante confusa maraña trepa de líquenes caprichosos y de extrañas madreselvas; desde lo alto del ramaje descienden hasta la tierra los bejucos retorcidos cual serpientes gigantescas.
Del tronco en las oquedades viven orquídeas espléndidas de perfumes esquisitos y de raras florecencias, El viejo cedro resiste del cielo las lluvias recias que tamiza en su ramaje que al rudo choque retiembla, para trasformarla luego en aljófares y perlas que cual rocío fecundante sobre otros árboles riega.
Los huracanes bravíos que azotan la antigua selva mil veces han desgreñado del cedro la cabellera y con sus filosas garras troncharon las hojas nuevas.
pero venció el árbol viejo en la titánica brega.
y tu tronco hiende airada fatal invencible fuerza: empezó el lento suplicio y todas tus ramas tiemblan con calofrios de muerte que circulan por tus venas.
Por los ámbitos del monte que con la aurora despierta, repercuten los hachazos como una canción siniestra; los golpes, las astillas el hacha homicida avienta y cual espantosa herida se abre ya la honda camella.
El viejo cedro vacila.
los filamentos revientan como un ruido de sollozos, como tristísima queja; y va ganar la victoria el hacha. siempre la idea que es acerada y cortante taló seculares selvas. El gigante ya agoniza, el hacha no ha dado tregua y su canción por el bosque acompasada aun resuena.
Qué prodigioso equilibrio sostiene la copa enhiesta, si es tan débil el apoyo que su gran mole sustenta?
De pronto se oye un chasquido es un jay! que el bosque atruena como el rugido de rabia que da al caer enorme bestia; luego el tronco se estremece, majestuoso tambalea, y un estruendo formidable conmueve toda la selva, que el eco va repitiendo con sus múltiples trompetas y que parece de lejos el fragor de una tormenta, Pobre cedro milenario, altivo rey de las selvas que valiente has resistido de los años la ira ciega, y del agua y de los vientos las embestidas tremendas; pronto será aniquilada tu arrogancia y tu grandeza!
Ya se acerca el cruel momento.
el hacha relampaguca En el ancho claro abierto yace el hijo de la selva, y el sol con sus rayos de oro el rugoso tronco besa.
JENARO CARDONA 1766

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