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El fracaso de las nuevas doctrinas, cuando son buenas, proviene simplemente de querer sustituir, de un momento otro, tendencias contrarias.
Los principios deben considerarse como el punto de mira donde dirigimos la nave social; pero debe tenerse en cuenta que tratándose de estos asuntos no se pueden trazar líneas rectas, ni derroteros matemáticos, porque la nave social es semejante las embarcacior ordinarias, cuya marcha está sujeta al movimiento de las olas, las variaciones del viento, a las corrientes del agua y las tormentas y tempestades muchas veces; el capitán de un barco que tratase de ir de un puerto otro sin tener en cuenta el influjo del viento y las condiciones del agua sobre la cual debe moverse, seguramente iría parar un punto muy lejos del que pretendía alcanzar siguiendo un rumbo fijo. Las reglas del buen gusto y de la higiene recomiendan que las habitaciones sean de cierto modo, que guarden simetría y orden especiales; sin embargo, imaginaos el trastorno consiguiente la aplicación de una ley que ordenase la reedificación de todas las casas en una ciudad vieja, simultáneamente, dejando a la población a la intemperie, aunque fuese por un tiempo relativamente corto. Así como se ha llevado a la práctica la evolución en la enseñanza de la juventud, grado por grado, con el ideal del perfeccionamiento por de ante, así debe hacerse con el nuevo sistema penal, mientras la palabra pena no se pueda borrar de nuestros códigos. Allá llegaremos con el tiempo, impulsados como vamos por la evolución social que tiene sus dinamos en las ciencias experimentales, y sus hilos conductores en la palabra de los propagandistas y en los órganos de publicidad, cuyas ramificaciones se extienden por todos los confines de la tierra.
Mientras tanto, hay que plantar las semillas que tienden hacer a los hombres más prácticos y humanitarios, con lo cual se consigue establecer una corriente que a veces llega sobrepasar las mejores aspiraciones y por lo misino se hace impracticable. La vieja corriente de las tradiciones y prácticas inveteradas se encargará de contener el esfuerzo demasiado violento; pero como resultante de ambas fuerzas se obtiene un eslabón de enlace, con lo cual la ciencia se da por satisfecha.
Las ideas nuevas germinan y fructifican, como las semillas de plantas, mejor en los terrenos nuevos que en los campos cansados por un cultivo repetido. Hemos visto ciudades importantísimas de Europa donde los tranvías eléctricos no podían establecerse porque los tirados por caballos tenían acaparado el servicio y en él habían invertido valiosos capitales; poblaciones de primer orden en que el alumbrado de gas no permitía superiores instalaciones porque para establecer, en otro tiempo, ese servicio público y privado gastaron de igual manera sumas considerables, obligando además los municipios firmar contratos por muchos años de privilegio exclusivo. En los pueblos nuevos como el nuestro, se abren selvas vírgenes para tender directamente rieles de ferrocarril, se alumbran las aldeas con lámparas eléctricas y se establecen tranvías en las ciudades, adoptando para todos estos servicios los últimos adelantos de la ciencia. No podremos tal vez implantar, por ejemplo, las idis genuinamente republicanas en el orden administrativo y político, porque hemos recibido la herencia de una prolongada servidumbre que nos ata con fuerza tenaz las prácticas antiguas; però en los ramos de carácter nuevo y aun en muchos de añeja investidura y de menor importan1814

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