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estrecho y alegre consorcio una parte de nuestra mocedad. aun no muy lejana, dicho sea de paso. La historia de su personalidad se refiere en pocas palabras. Hizo sus estudios para bachiller en el antiguo colegio de San Agustin, que así se llamó el hoy Liceo de Heredia. Distinguióse en todas las disciplinas de enseñanza; pero el ramo de su predilección fue la Historia, que él discernía con criterio que hoy se diría sociológico. Entre otros dones, la naturaleza puso su servicio una extraordinaria facilidad de expresión; pero lo que más altamente lo caracteriza es su espíritu independiente, despreocupado y sincero. Casó en edad muy temprana y, como consecuencia, vióse obligado abandonar las aulas para terciar en la lucha por la vida, como uno de aquellos conquistadores de los tiempos heroicos que sólo traían esta banda su valor, su tenacidad y su brazo. Pero a Sáenz nunca le faltó vagar, en medio de esa brega angustiosa, para leer ilustrar su intelecto, y hoy posee una cultura que lo destaca airosamente de la línea común. Es un autodidacto. Existen, empero, circunstancias que mantienen en la oscuridad las cualidades de este hombre modesto y sin ambición. En primer lugar, la provincia. La provincia es entre nosotros una especie de colonia lejana donde los hombres se esfuman en un claroscuro sin perspectiva. Sólo distinguimos con precisión lo que pasa en la capital. Tal vez Sáenz atrajera la atención, aun a través del Virilla, si ostentara el título de abogado en el escueto similor de su escudo provincial. Porque el ser abogado confiere aqui aptitud para todo; sí: al abogado se le reconoce aquí idoneidad aun en materias extrañas su profesión y, por otra parte, ese título hace brillar en una persona los talentos que de otra suerte nadie reconocería en ella, como no sea por vía de excepción. Con lo que no pretendo decir, valga la advertencia, que la calidad de abogado inhiba para adquirir conocimientos extraños al Foro: por la puerta del estudio se llega a todas partes. Otro pero tiene Sáenz que no le permite brillar como debería: su descuido en el ramo de indumentaria El se atiene, sin duda, que, como reza el proverbio, el hábito no hace el monge; pero. qué error tan morrocotudo, Dios mío! El vestir con ostentoso refinamiento, sin sustraerse jamás la ley de la moda, es título que entre nosotros cualquiera acredita de prócer. Personajes conocemos todos que no tienen en verdad otro mérito. Sáenz es en la actualidad profesor de Historia y Geografía en el Liceo de Heredia.
Saludo Hállase entre nosotros el escritor centroamericano don Carlos Selva, quien dirigimos hoy el saludo cariñoso que hace dias le debemos. Quién no conoce en Costa Rica don Carlos Selva? El ha sido en más de una ocasión nuestro huésped. Pero aun sin eso, nadie buen seguro ignora que el señor Selva es un escritor tan exquisito como valiente. Su prosa, que es elegante de puro sencilla, corre sobre el papel con naturalidad espontánea: en su libro Un viaje por fuerza, amén de esa cualidad encantadora, hallaréis también un relato ameno instructivo; pero el señor Selva, más que por esto, que es, sin embargo, gran arte, merece estima por escritor sincero y honrado, que ese calificativo le corresponde quien, como él, no se pára en barras para decir verdades que lastiman nuestra presuntuosa vanidad de centroamericanos; pero sin cuya aceptación franca no hay esperar que sobrevengan mejores tiempos para estos países. La labor del señor Selva en este sentido ha sido siempre tan noble como útil. Sea bienvenido el valiente y distinguido escritor.
Gastón de Silva 1852
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