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En el aniversario del descubrimiento de América Siempre han de ser revolucionarios los libros útiles. Dedicado Colón su ocupación de marino y de fabricante de mapas, tomando como base los imperfectos conocimientos hasta entonces adquiridos no hallaba campo suficiente su actividad, cuando llegó sus manos la obra de Marco Polo dando idea de las riquezas de Oriente; y tomó con tanto interés aquella lectura, que no obstante la preocupación con que se veja el libro de aquel ilustre viajero, que fruto de esa obra fué el pensamiento que en Colón germinó de lanzarse las soledades del Atlántico para llegar por ruta nunca explorada las maravillosas regiones del Asia.
Luchó con la indiferencia y las preocupaciones de su tiempo; hizo frente a la pobreza con estoica resignación, y su grandeza de alma triunfo de la pequeñez improvisando una expedición hacia lo desconocido. Pensar en las inmensas soledades del Océano y en la pobreza de los medios para emprender un viaje que todos presentían lleno de peligros y dificultades era motivo para retraerse el más fuerte. Si a esto se agrega la oposición que casi siempre se hace todo procedimiento nuevo, ya se comprenderán los obstáculos que tuvo que vencer Colón para llevar adelante su idea fecunda y trascendental de surcar el Atlántico por ruta desconocida. Los portugueses, no obstante su fama de expertos y atrevidos navegantes queriendo arrebatar Colón la gloria de acometer aquella empresa, sucumbieron al primer revés y pusieron proa bácia su patria sin intentar después una expedición que seguramente debía tener por término el castigo de su atrevimiento en las profundidades del Océano. La fe y perseverancia de Colón le dieron su triunfo. No es tanto de admirar la impetuosidad de las unas, ni la gran distancia recorrida, ni el valor para surcar el Océano tempestuoso en tres débiles carabelas, ni aquellas lineas azules que en el horizonte se sucedian las unas a las otras sin ofrecer término aquel viaje peligroso, ni la oposición decidida y amenazadora de sus compañeros de expedición, sino su ſé en el buen éxito de su empresa, y la constancia con que la llevó a cabo; la ciencia tiene también sus creyentes. La fe sustrae los hombres de los procedimientos ordinarios de la vida y les comunica cierta abstracción de su existencia para consagrarse por completo la realización de su ideal. No de otro modo se explican en la actualidad las empresas del doctor Nansen y del atrevido viajero Andree; Bernardo de Palissy, Cristóbal Colón, Dionisio Papin, Nicolás Copérnico y Newton han de tener necesariamente sucesores para que los destinos de la humanidad se cumplan y la ciencia pueda dominar al mundo con sus maravillas.
Si persiguiendo su ideal, Colón encontró un mundo, esto no disminuye la gloria de su obra ni menoscaba el derecho que tiene la inmortalidad. Lo sublime en el descubrimiento de América fué el esfuerzo, fue aquella voluntad inquebrantable y avasalladora, Si Colón sufrió amarguras, la América pregona su gloria y la Justicia le proclama como uno de los hombres que por su portentoso descubrimiento han merecido bien de la humanidad.
Rafael Reyes 1854

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