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La Semana Proyecto Entre los convenios celebrados por la conferencia centroamericana, aqui solemnemente reunida hace poco, merece particude lar examen, mi juicio, el que dispone la creación de un Instituto instituto costeado por las cinco Repúblicas hermanas y destinado Pedagógico formar maestros para todas ellas. Pertenece al señor Gallellegos, Delegado por el Salvador, la paternidad de esa iniciativa, la cual revela en el respetable hombre público salvadoreño una intuición previsora de las necesidades que primeramente cumple remediar a los estadistas centroamericanos. Dos cosas principales ha menester todo pueblo que se propone surgir libremente: independencia intelectual y aptitud para la luc! por la vida. condiciones que sólo se alcanzan por medio de la educación que constituyen el desiderátum de la cultura. El encumbramiento moral, intelectual y material de Centro América es, por lo tanto, un problema de educación. Conviene, pues, regar manos llenas la semilla de la enseñanza para que las ideas broten en el alma del pueblo, como una floración que embellece la tierra y que produce frutos de vida. Ocioso decir que toca los maestros regar esa simiente fecunda en el suelo virgen de Centro América. Por lo que, en último resultado, hay que pedir un institut, pedagógico, ó, sease, escuela normal, hablando con tecnicismo más modesto y más propio, la resolución del problema trascendental que antes me referi. Es innegable que los gobiernos de este istmo, y más que ninguro, el de Costa Rica, han trabajado con buena intención para difundir la enseñanza; pero han creído que esto se conseguía con sólo abrir escuelas públicas tutiplén. Error lastimoso! La escuela es educativamente ineficaz, contraproducente, me atrevo decir, si la persona que enseña carece de la preparación adecuada para enseñar. Un aforismo pedagógico dice: La escuela es lo que sea el maestro. Estos gobiernos, por lo dicho, habrían realizado una labor más útil, mas trascendental, Ce seguro, si en vez de abrir escuelas mediocres en todos los caseríos, hubieran comenzado por crear escuelas normales. El daño está en que nuestros estadistas no se dan cuenta del influjo educativo que tiene la enseñanza como agente de civilización: para estos buenos señores la escuela llena su cometido maravilla en enseñando leer y escribir; para realizar de modo efectivo un progreso es de rigor, sin embargo, que él pase por el tamiz la escuela; no de otra suerte ha realizado Alemania todas las transformaciones sociales que la han llevado a la cumbre de la grandeza. La agricultura y la higiene, por ejemplo, no mejorarán en Costa Rica en tanto que el niño costarricense no haga en la escuela un aprendizaje tenaz, metódico y práctico de esos estudios, esenciales ambos la supervivencia de nuestra población, así como al incremento económico de nuestra comunidad. Es, por lo tanto, alarde tan inútil como costoso el tener muchas escuelas donde faltan maestros capaces. Eso hasta ahora sólo sirvió para que los gobiernos se engañen sí mismos y para que engañen tam1883
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