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La cuestión del beso ha vuelto a ponerse sobre el tapete en Europa. Es anti higiénico el beso. Debe abolirse su uso? y mil cuestiones más han sido debatidas con calor en la prensa diaria. mí nadie me ha pedido opinión; pero como tengo la libertad de externarla y Páginas Ilustradas no protesta por el uso abuso que yo hago de ese derecho allá vá!
Estoy por la conservación de una costumbre tan dulce y galante y creo que nada hay en ella de anti higiénica, porque supongo que nadie besará una boca sucia llagosa; sino que buscará una, fresca, sana, de labios carnosos y rojos.
Por otro lado, no sólo la boca se besa y, poniendo aparte las locuras de los enamorados, si se besa una mano, será la de una bella dama que cuidará de ella como las beatas de una imágen sagrada; por consiguiente no habrá temor de contagio. Además, si se le ocurre esos señores moralistas y anti microbistas declarar la guerra a los besos ¿qué les quedará a los amantes? Casi nada.
Estoy seguro de que el 99 por ciento de mis lectores están conmigo y eso basta para satisfacer mi vanidad de defensor del beso. Si tu boca provoca, No es un excéso Que mi boca tu boca Le pida un beso.
Según escribió el festivo autor de Concherias ¡Cómo progresa la humanidad! Haciendo unas aplicaciones terapéuticas de los rayos X, un doctor, cuyo enrevesado nombre no recuerdo en este momento, notó que sus canos cabellos tomaron a los pocos días un hermoso color de azaba.
che. millares llegan hoy los viejos verdes y los jóvenes maduros recibir el beneficioso baño de luz que convertirá sus entrecanos blancos pilus en cabellera, cuyo negror les rejuvenecerá en no despreciable cantidad de años.
Un empresario de esta ciudad, ex usurero, ha pedido la nueva máqíina y está seguro, según sus cálculos, de ganar más con ella que con el 10 por ciento semanal de antes. Ya lo creo! Veremos tántos y tántos poivre et sel volver la juventud! Lo malo es que cualquiera matrona podrá pegárnosla con facilidad.
Por suerte que yo soy papel quemado.
En La Quincena, revista importantísima que se edita en la Tipografia Nacional de San Salvador dos articulos del conocido escritor centroamericano Ruben Dario, intitulados Visiones de Paris.
El primero se refiere a ese escritor tan especial llamado Edmundo Rostand. De dicho articulo extracto los párrafos siguientes que, por su sabor decadentista y su crítica casi acerba, demuestran la superficialidad del señor Darío que juzga Rostand desde un punto de vista estrambótico, como todo lo de los decadentes. Dice asi: Monsieur Edmond Rostand, el célebre autor de Cyrano, el Benjamin de la Academia Francesa, es, indudablemente, un hombre feliz. Sus muchas docenas de admirables camisas, son las camisas del hombre feliz. Tiene millones.
Tiene una linda mujer que le comprende dos veces y que se llama Rosamunda.
Va hacerse una casita de soñar y gozar en Cambo, lugar meridional y florido.
Cada paso que ha dado ha sido un triunfo, París y las parisienses se han enamorado del Rey Rostand.
1898

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