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DE RE LITERARIA Novela costarricense por Jenaro Cardona Al entregarme el caballeroso señor don Federico Albert, Cónsul General de Costa Rica en México, una novelita nueva que le enviaban del país que representa, para que aquí se diera cuenta de su aparición, sentí un desagrado horrible, pues sentía, en verdad, tener que leerme, quieras que no, la novela en cuestión. Lo sentía, porque sin mucho tiempo que perder, bastante engandulado y también bastante escamado de haberme echado al coleto libros empecatadísimos, temía que El Primo, que este es el título de la novelita de que se trata, resultase una primada para el que de buena fe la leyese.
En fin, tras de no poco dudar impelido por el compromiso que había contraído anoche, eso de las nueve, di principio, con el ceño algo fruncido, la lectura de la tan temida novela.
No había leído una docena de páginas, cuando mi entrecejo comenzó desarrugarse, mi imaginación mostrarse interesada y mi corazón tomar cariño la novelita, que me metió tanto miedo.
Pian pianito, por las sugestivas páginas de El Primo, llegué al final sin haberme movido de la silla, sin haberme preocupado de la hora que era, sin haber concedido más tregua la interesantísima lectura, que la indispensable para encender los cigarros que consumía y que, embebido en la galana narración, se me apagaban con frecuencia, Sin tiempo ni espacio para hacer un examen minucioso, ni siquiera ligero de la obrita. esto de obrita es por el tamaño) de Jenaro Cardona, me limitaré recomendar su adquisición cuantos tengan oportunidad de hacerlo y felicitar al distinguido literato, por la paternidad de una novela que si no absolutamente perfecta, tiene innumerables bellezas de observación y de descripción y está escrita en un lenguaje que, en lo general, para si quisieran muchos escritores que presumen de escribir en castellano La pintura, física y psicológica, que usted hace de Trillito, señor Cardona, vale un imperio. Lo mismo digo de la de Matilde, la que no ha dejado usted de arrancar un solo secreto: y en cuanto Valentina. ya la conocíamos porque mujeres como ella, y con las apetitosas alegrías de ella, las hay, exactamente lo mismo que su Valentina, además de en Costa Rica, en todas las costas, llanos, andurriales y vericuetos.
Estoy seguro, ilustre novelador costarriqueño, de que si en su país gusta la gente de buena literatura, El Primo alcanzará más de dos y cuatro edicioAsí lo espera y lo desea este su servidor que antes de leerle le temió y que después de haberle leído, le admira sinceramente. El Popular)
Desiderio Marcos nes EN EL PUESTO DE GUARDIA: Bajo la sombra del portal vetusto, Arden sus manos, del fusil esclavas, el arma fija en el costado, vela, y ve, a la luz que del recuerdo brota, alta la frente y el semblante adusto, el buey sin yugo en las florestas bravas, firme en su puesto, el rudo centinela. disperso el trigo en la gavilla rota.
Siente, al mirar cerrado el horizonte, Descubre allá, tras la desierta calle odio en el alma, en las pupilas tedio de viejos robles, la casita enhiesta, Ya no verá, desde la sien del monte, rincón amado en el paterno valle los verdes surcos del lejano predio. donde lo aguarda la caricia lionesta.
No crujirá bajo sus manos toscas Sueña, del bosque en medio a los despojos, madura espiga, al hacinar las siegas del buey seguir la perezosa ruta.
en hondo seno de montañas hoscas, y húmedos radian sus dolientes ojos al aire libre de escampadas vegas. entre el negror de la pestaña hirsuta.
Victor Londono 1910

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