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Futuras cocineras Para Páginas Ilustradas ¡Caramba! pues yo no creía que subiera ciento y pico el número de las alumnas matriculadas en la Escuela de Cocina recientemente creada. Ciento y pico. pues ya son cocineras. es decir, futuras cocineras de sus casas, se entiende. Pero que es una corronguera ver tantas criaturas con sus delantarcicos blancos como leche acabada de ordenar, y con aquellas gorras, también blancas, sobre sus cabezas!
Ciento y pico, señores! Ciento y pico de servidoras del arte culinario que se casarán. excepción hecha de las que ya lo están. porque créanlo Uds. muchos no nos casamos por miedo de que el día menos pensado nos quedemos sin almorzar, sin comer. lo mismo da. Pero ahora. 6, por mejor decir, dentro de poco tiempo. ya lo creo que muchos nos echaremos el gancho al cuello, á donde sea; porque sabiendo ya nuestras mujercitas cómo se guisa un pollo o un ganso un animal cualquiera, cómo se hace una salsa la Pompadour, una salsa de Aniceta, de anicete del Mono, aun cuando en el hogar no exista un pimiento para echar la cazuela. nos llenaremos opíparamente el estómago con verles tan sólo la vis culinaria nuestras medias naranjas, así como hay personas que se ríen con sólo verle la vis cómica un artista.
Las mujeres de hoy en día lo echan todo perder cuando suelen hacer el sacrificio de meterse en la cocina. Qué arroces más atroces! y qué bifleks, Dios santo, inás duros! Los frijoles los dejan como balines: las patatas como cuero: la sopa con mucha sal sin ella; una agua chacha, el café; el chocolate ralo y sin espuma. bien que esto puede ser de bido a que los panecillos sean de los de seis por cinco; pero, y ¿los fritos. Dios me asista. Qué fritos. Me dejan frito esos fritos. Yo, señores, que soy un verdadero gastrónomo, que gusto de comer bien y mucho; que me place sobre manera saborear ciertos platos especiales de repostería; en fin, que aunque pobre, desde pequeñito, dice mi mamá. que solía pedirle la cocinera cosas bárbaras, imposibles de hacer; pues yo, señores, decía. que, gustando de todo eso, ahora me es completamente imposible satisfacer tanto capricho gastronómico, porque mi mujer no sabe hacer nada del arte culinario. Esto poco más menos, decía un amigo mío en una reunión con motivo de la reciente creación de la Escuela de Cocina.
Decía yo que ahora sí es seguro que se casen las que la cocina se dediquen en adelante, porque he visto que casi todas las muchachas matriculadas en la Escuela de Cocina, tienen ya novio. eso, caramba, es un gran aliciente para el bello sexo, tan alejado de la Epístola de San Pablo. va un ejemplo.
Las hijas de don Doroteo Huesillo, que, por andar lerdas, no lograron matricularse en la escuela dicha, y que aquí, para entre nos, se morían por el matrimonio, han logrado pescar novios de un modo muy sencillo y original. Un día de estos salieron las de Huesillo de su casa con las mangas remangadas hasta los codos y con los brazos tiznados de hollín. Divisaron un grupo de jóvenes que se hallaban parados en la esquina de La Magnolia y se dirigieron por ese lado. Al pasar por 1918
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