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Los Gustos Traducción de Mac, ael libro Soixante Ans de souvenirs. de Ernest Legouvé Tres cosas son necesarias al hombre para que su vida sea completa: profesión, afecciones y gustos. La profesión responde sus necesidades de actividad inteligencia; las afecciones, las necesidades del corazón; los gustos, a las necesidades de licitos regodeos. No se puede siempre trabajar: no se puede siempre pensar; el corazón mismo tiene sus intermitencias. Los gustos ocupan sus vacíos. Son el intermedio, la distracción, el placer, una que otra vez el amparo. El obrero que encuentra gusto en la lectura, descansa, al leer, de sus fatigas corporales; el artista que gusta de ejercicios físicos, descansa de sus tareas artísticas haciendo ejercicios gimnásticos. Los gustos tienen mil objetos diferentes: caza, equitación, natación, esgrima, pesca, juegos, amor las flores y hasta al trabajo manual. Victor Hugo era tapicero: la tapicería era, pues, el regodeo del poeta; veces cincelaba una oriental; otras dibujaba un pabellón. Se asegura también que a la muerte de su hija, no pudiendo trabajar, y rebelde todo consuelo, no encuentra sino un medio de mitigar en algo su dolor, y fué el de realhajar su departamento. Saint Marc Girardin era carpintero de blanco; cuando se cansaba de estudiar en su biblioteca trabajaba en su biblioteca misma: ponía anaqueles, acepillaba láminas; y cuando se apuraba en él el placer de la lectura, se ocupaba todavía en algo relacionado con sus libros: los arreglaba.
Los gustos tienen la considerable ventaja de amoldarse a todas las edades, lo mismo que a todas las posiciones. Monsieur Talleyrand decia cierto dia Monsieur Villemain, con esa seriedad cómica de que tenia el secreto: Monsieur Villemain, Ud. no ama el whist. usted será desgraciado en su ancianidad, y lo habrá merecido! Estas festivas palabras encierran una sentencia profunda. La vejez extingue las pasiones, suspende las ocupaciones, da un corte las ambiciones y os entrega a ser la víctima de ese terrible enemigo que llamamos descanso y que en realidad se llama tedio. Quién solamente puede combatirlo? Los gustos. Creerase que alguna vez los gustos se elevan hasta el rango de consoladores. Se creera que uno de los hombres más ilustres de este siglo, un gran químico, herido a lo mejor de su edad por una profunda pena de amores contrariados, busca y encuentra alivio su desazón en el más humilde, el más desdeñado, el más ridiculo de los gustos: pescar con sedal? Sí! Humphry Davy el inventor de la lámpara para minas, locamente prendado de una señorita de alto rango y viéndose repelido por la familia de ésta, parte un viaje de dos años y cruza la Europa, sin otra arma que sus instrumentos de pescador. Viajó por todas las latitudes, través de las más diversas bellezas de la Naturaleza y por los más caudalosos los más encantadores ríos, EN BUSCA DEL SALMÓN. Pero. qué fue de Davy? Al cabo de dos años volvió, no solamente consolado, sino portador de una obra maestra: Tratado sobre el salmón! SALMONIA es a la vez un erudito estudio sobre las costumbres de los peces, la descripción encantadora de los más risueños paisajes, y un análisis delicado de los delirios poéticos que os arrastran las largas estaciones a la orilla de los juguetones cursos dei agua. Porque, es preciso atreverse decirlo, hay alguna vez un poeta en el pescador con sedal, un poeta inconsciente, pero no por eso menos feliz. Veo siempre uno, las riberas del Sena, donde vivo, quien no miro jamás en su actitud de pensador que no piensa en nada, sin tenerle envidia. Yo siento todos los gustos que no tengo y adoro todos los que he tenido. Creo haber sido uno de los escolares más locamente juguetones de todos los liceos de París. El internado es en el día el objelo de los más vivos ataques, y nadie tiene derecho de hablar con más resentimiento que yo: the sido interno catorce años! Ahora bien: yo lo perdono todo, porque le debo EL AMOR AL JUEGO. Los pensionados de entonces tenían sobre los liceos de hoy una gran ventaja: tenían espacio. Los escolares actuales no saben jugar, porque no tienen dónde. Nosotros, por lo contrario, lanzados a la hora del recreo en vastos cercados de cuatro o cinco fanegas de tierra plantadas de árboles a todo el rededor, con un espacio libre en el medio, teníamos el campo abierto para todas nuestras locuras de potros escapados. Me acuerdo todavía con emoción de esos juegos que comenzaban la una para no terminar sino por la noche; y por regla general durante seis horas, la cabeza hecha un volcán, el cuerpo una sopa, abierta la camisa, corriendo, gritando, jadeando, ipando, triunfando, caía yo después, la hora del crepúsculo vespertino, la de la comida, sobre el banco del refectorio, extenuado, molido y enagenado. De la pasión del juego nació bien pronto en mí la pasión de todos los ejercicios del cuerpo. Amaba la natación hasta la locura, y la esgrima como un desesperado. He caminado en mi juventud hasta veinticinco leguas en época en que no había camino de hierro, para ir cruzar mi acero con un robusto rival, y me acuerdo. pero sería yo un ingrato si hablara así la moda del día, la ligera, de un arte que, como la música, ha sido uno de los gozos de mi vida. 1) Juego de naipes Mac 1926

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