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La corbata (DE ANATOLE FRANCE)
Traducido para Páginas Ilustradas El señor Bergeret estaba clavando clavos en las paredes de su nueva habitación. Dándose cuenta de que lo hacía por gusto, púsose pensar por qué le gustaba clavar clavos. como no encontró la razón el placer se desvaneció porque precisamente el gusto estaba en no buscar la causa de tenerlo. meditando sobre la desgracia de los espíritus filosóficos, colgó en la sala y en el sitio que creyó más honroso, el retrato de su padre. Está demasiado inclinado dijo Zoa. Te parece?
Estoy segura: si parece que vá a caerse.
El señor Bergeret acortó los cordones que sostenían el retrato. No está derecho dijo la señorita Bergeret. No?
Se ve bien que está inclinado hacia la izquierda.
El señor Bergeret procuró ponerlo bien. ahora. preguntó. Ahora se inclina a la derecha.
El señor Bergeret después de hacer lo posible porque la base del cuadro quedase paralela a la línea del horizonte, retrocedió tres pasos para juzgar de su trabajo. Me parece. dijo que ahora está bien. Sí, ahora está bien contestó Zoa Cuando un cuadro no está derecho siento una impresión desagradable. Eso no te ocurre tí sola, Zoa. Muchas personas son las que sierten cierto malestar. En estas cosas es donde se sorprenden las irregularidades: en seguida se vé lo que es y lo que debía ser. Hay quien sufre viendo un papel pintado que no esté bien igualado. Nuestra condición de hombres, condición terrible, hace que nos preocupemos por un cuadro torcido. En todo esto no hay nada que pueda extrañarte, Luciano. Las pequeñas cosas ocupan gran lugar en la vida. Tú mismo te interesas cada instante por verdaderas futezas. En tantos años como veo este retrato dijo el señor Bergeret no me había fijado en lo que en este momento me fijo. Ahora noto que este retrato de mi padre es el retrato de un hombre joven. Pero Luciano: si cuando el pintor Gosselin, al volver de Roma hizo este retrato, papá sólo tenía treinta años. Es verdad hermana: pero cuando yo era pequeño este retrato me daba la idea de un hombre avanzado en años y esa impresión quedó en mí.
La pintura de Gosselin se ha sombreado: las carnes, bajo el viejo barniz, han tomado un tono ambarino y sombras lívidas se destacan de los contornos.
La cara de papá parece perderse poco poco en un lejano origen: pero esa frente lisa, esos grandes ojos ardientes, esas mejillas de tranquila palidez, esa cabellera negra, abundosa y reluciente son, ahora lo veo por primera vez, pro pios de un hombre lleno de juventud. Es cierto. dijo Zoa, 1940
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