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duce el fenómeno contrario: la sangre afluye al cerebro, el poder de la reproducción se aumenta, y el enfermo cree reconocer cosas que no existen y aun personas ausentes.
La percepción misma de objetos los más simples es siempre hecha por varias células. En la percepción de una manzana hay la percepción del color, la de la forma y se puede agregar aun la del tacto. Si una percepción se olvida, quedan las otras, y algunas veces una percepción secundaria basta para reproducir la imagen del objeto. Se forma entre las diferentes células que concurren la conservación de un recuerdo una asociación que resulta preciosa en la enseñanza; de lo cual trataremos en la segunda parte de este trabajo.
Por consiguiente, y en contra de la opinión generalmente admitida otras veces, creemos que hay varias memorias: la memoria de los lugares, la memoria musical, la memoria de los nombres, etc. Cada una tiene su lugar determinado en el cerebro. Las observaciones hechas por los médicos lo prueban. Después de alguna lesión en el cerebro se ha visto muchas personas olvidar completamente ciertos signos, ya letras, ya números; incapaces otras de acordarse de lugares que han conocido muchisimo; y, en fin, otras que no han podido reconocer personas con quienes han vivido largo tiempo, siendo de notarse que en cualquiera de esos casos las otras memorias habían quedado intactas.
Antes de hablar de la memoria de las ideas, echemos una mirada sobre la memoria orgánica, que permite nuestros miembros conservar y reproducir los movimientos. Las leyes que presiden el desenvolvimiento de esta memoria se aplican también la memoria intelectual, y ellas nos ayudarán comprenderla, Nosotros ejecutamos diariamente un gran número de movimientos de una manera inconsciente sin figurarnos que en su origen estos movimientos fueran conscientes. Este es el caso de los movimientos de locomoción; todos los movimientos de las piernas nosotros hemos debido aprenderlos. Echemos una mirada un niño de pocos meses: se verá entonces cómo él se ve obligado a repetir de cuando en cuando los mismos movimientos fin de coordinarlos para mantenerse en equilibrio. Es la memoria que le ha permitido conservar el recuerdo de movimientos ejecutados anteriormente, Un joven que aprende un oficio observa desde luego los movimientos de su maestro. En seguida procura reproducirlos. Las primeras veces tiene dificultad, va muy lentamente. Al cabo de cierto tiempo las células cerebrales que han percibido los movimientos han tomado una forma definitiva y no volverán jamás su antigua posición forma; el joven trabaja ya con seguridad. Sin embargo, si queda varios años sin repetir los movimientos habituales del oficio, las células darse de aquéllos, perderán una parte del recuerdo y será necesario un poco de trabajo para acorLos jóvenes aprenden más fácilmente un oficio que un hombre de edad madnra, porque la circulación de la sangre es más activa; por lo mismo el joven llegará con más facilidad a la reproducción de los movimientos, La torpeza no es otra cosa que una mala memoria orgánica. Ciertos individuos no llegarán jamás aprender un oficio, porque las células cerebrales se resisten conservar el recuerdo de los movimientos. Sin embargo, los casos de este género son raros. No será difícil citar nombres de hombres torpes que han llegado ser verdaderos artistas. La repetición, el gusto, la voluntad, han reemplazado a las disposiciones naturales.
Para salir de cuidado en la vida, los hombres han tenido necesidad de conocer un minimum de movimientos en casi todas las partes manuales, y es este minimum lo que la escuela quisiera hacer saber al niño para la enseñanza de los trabajos manuales. Además de esto, el artesano debe dedicarse enteramente a su oficio: si quiere aprender varios, no los conocerá jamás fondo, y sobre todo no adquirirá jamás la habilidad necesaria para ser un buen obrero. Las células que conservan los recuerdos, si no son frecuentemente excitadas, no llegarán jamás organizarse definitivamente. Comprendemos, sin embargo, que los misioneros llamados vivir lejos de la sociedad civilizada, que no pueden aprovechar del trabajo de los demás, puedan aprender varios oficios. No veremos jamás un hombre a la vez buen carpintero, buen albéitar y buen agricultor, no ser que haya sido dotado de excepcionales disposiciones naturales.
1957
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