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representaria en esta estación, aun cuando ya sé la mitad de mi papel. Ya. Sí, con Rostand, en estos últimos días, Desde el mes de julio regresé de Cambo, de donde 110 vuelvo sino para comenzar los ensayos.
Rostand se unió nosotros. Que le decía? me pregunto el poeta un poco inquieto.
Me dijo que Chanteclair abrirá la Gaite en la próxima estación de invierno.
Es verdad. como la mise en céne es bastante demorada, pedí Coquelin que comenzara los ensayos en los primeros días de Septiembre.
El 19 de Setiembre, concluyó Coquelin.
Gout Paris Los niños que trabajan Cuando el pensador, el sociólogo visita la Gran República del Norte, principia por preguntarse. qué causas han ocurrido, y ocurren para la for mación y sostenimiento de este país monstruo, de este absurdo de grandeza, según la frase gráfica de Bourget. Se improvisan así las naciones, crecun así, sin que los prolíficos elementos vitales operen y reaccionen su organis mo. Laboulade profetizó ese crecimiento, un Profesor de la Universidad de Richmond, llegó hasta prefijar el número de habitantes que ten irían en 1890. Dónde está pues, la fuerza de ese gigante, dónde el secreto de un desarrollo armónico, que, traducido en cifras y comparando factores, aparece, no como el anormal incremento de fuerzas económicas que trae consigo una condición excepcional, como aconteció hace 30 años en Nueva Gales del Sur, sino como desenvolvimiento de las fuerzas industriales (lel país?
Lo que es materia no de uno sino de varios volúmenes, difícilmente pudiéramos condensarlo y estrecharlo dentro del reducido espacio de un artículo y de fondo. Pero, en tésis general, pudiéramos hallar si no la solución del im portante problema, sí uno de tantos caminos por donde se llegará ella, en la profunda exclamación de John Jacob Astor: Cómo no ha de ser grande un país donde todos trabajan!
Verdad irrefutable: no puede menos de ser grande una nación donde todos trabajan, donde el trabajo está ennoblecido y los más grandes hombres del país recuerdan con fruición y orgullo las penalidades de su niñez, lo humilde de su estirpe, los buenos tiempos en que ganaban el pan de oficinistas trabajando en alguna imprenta.
Alejandro Hamilton, los doce años, se ganaba la vida de dependiente supernumerario, trabajando para un Sr. Cruger. Fulton fué aprendiz de joyero en Finlandia. El gran estadista Webster, trabajó desde niño para sufragar los gastos de su educación; George Peabody, como Russel Sage, fueron empleados en tiendas de abarrotes ultramarinos; Horace Greeley, y Stewart, se ganaron la subsistencia, durante su niñez, en el pequeño comercio; Tharlow Weed, como Franklin, fué impresor; Abraham Lincoln, trabajó asalariado en una finca rústica; Jhon Wittier, fué zapatero; el Presidente 1959
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