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Un dia estaba Mascagni sentado en su casa jugando con su hijita, cuando entraron dos de sus amigos. Parece que ustedes traen importantes noticias, dijo Mascagni, qué ha acontecido. Nosotros le traemos usted su buena suerte.
Eso suena bien, dijo Mascagni, pero dónde está esa cosa falaz, tan lejana que jamás he podido agarrar?
Con aire misterioso uno de ellos le mostró un periódico y el otro un manuscrito: he aqui su fortuna. le dijeron.
El compositor miró con aire de asombro los papeles y dijo. qué haré con ellos?
Los visitantes le manifestaron que el editor Sonzogno había ofrecido un premio por la mejor opera de un acto y le urgieron tomar parte en la competencia, pero Mascagni replicaba tristemente a las insinuaciones de sus amigos. Yo pienso, dijo Mascagni, que yo no haría más que perder mi tiempo, pues los mejores compositores del país enviarán sus trabajos, y que probabilidades de éxito tendré yo. por qué no. dijeron sus amigos. Ud. tiene mucho talento y hasta aqui no ha ganado fama, pero esta opera puede dársela. Cada compositor ha obtenido éxito, pero después de grandes luchas; por qué espera Ud. otra cosa?
Ensaye lo menos. El hombre es el arquitecto de su propia fortuna.
Mascagni continuó pensativo. Ellos habían dejado, sin embargo, y astutamente, el manuscrito, basado en una antigua leyenda, y aunque el joven compositor lo había echado un lado enérgicamente, se sintió de momento magnéticamente atraido por el citado manuscrito. Lo tomó en sus manos rápidamente y todavía más rápidamente volvía las hojas y el más encendido entusiasmo animaba sus ojos. Absorto en sus pensamientos apenas cambiaba una palabra con su mujer, sin hacer caso de su hija. La señora Mascagni no le hacía ninguna pregunta, pues conocía el hábito de su esposo cuando mentalmente coordinaba sus pensamientos musicales.
Luego ella le oyó tocar y cantar, le vió escribir y después de cierto tiempo le vió enviar el manuscrito la opera de Milán, aunque él manifestó que abrigaba pocas esperanzas de éxito. Después de una semana él dedicaba todos sus pensamientos a la composición tan rápidamente escrita y sus dudas aumentaban más y más.
Una mañana, cuando Mascagni se preparaba asistir a un ensayo en el teatro, el cartero le entregó una carta que él recibió con asombro porque tenía muy pocas relaciones. Leyó el contenido una y otra vez y eía que estaba so nando. En letras gruesas se le comunicaba que su obra había sido juzgada favorablemente por todos los jueces. La emoción que experimentó le causó un desmayo; luego, con un grito de alegría y risas abrazó a su mujer, y comenzó danzar solo en el cuarto.
Querida mía, dijo Mascagni su esposa: regocijate conmigo; he obtenido el primer premio y he triunfado de ochenta competidores. Ahora el público oirá mi música y yo escribiré mejor, más grandes cosas y tú estarás orgullosa de mí; hoy tocan su fin nuestros apuros, pues he ganado tres mil liras. Has visto alguna vez tan grande suma?
La ópera fué representada después de esto y ganó al instante inmenso éxito con sus apasionadas, hermosas melodías. Conoce el lector el nombre de la ópera. Caballeria Rusticana, Traducido de The Etude de Filadelfia, por Ramón. Peralta (De El Pensamiento)
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