Guardar

Ibis En el jardín zoológico, donde vivía cautivo.
el ibis meditaba como un anciano arqueólogo y cuando pensó mucho alzó su cuello altivo y habló pausadamente. Oidle su monólogo: Yo soy sagrado vástago de aquella estirpe egregia que floreció en Egipto en tiempo ya remoto; cuando Ramsés el grande lució su corte regia: tuvo su templo Osiris, y era sagrado el loto.
En las lacustres aguas de Meris, y en el Nilo, bebí toda la Ciencia que fuí enseñando al liombre, y luego en la penumbra del templo busqué asilo y allí la fé del pueblo reverenció mi nombre.
Soy símbolo viviente de aquel país mirifico que al fín cayó del Tiempo bajo el embate rudo, y mi figura misma semeja un jeroglífico que nadie ha descifrado, y eternamente es mudo.
Yo fuí el sabio supremo de ese país de sabios que de la ciencia humana puede llamarse nido, por mí pudo el oráculo, cuando movió sus labios, entrar en los dominios de lo desconocido.
Yo hablé de la conquista del persa y macedonio y del romano yugo, cuando esto era un misterio: predije los amores de Cléopatra y Antonio, y al fin. lloré la ruina de mi querido imperio.
De aquella edad arcaica tan sólo guarda huella algún roto obelisco algun viejo papiro: yo sólo en esa noche del tiempo soy estrella, soy foco de sapiencia en mi último retiro. ahora con mis alas cerradas tristemente.
como de un libro inútil el viejo pergamino, veo desfilar atónito la turba irreverente que llega, se sonríe y sigue su camino.
Ya para mí pasaron los tiempos de victoria y soy como algo exótico en las edades nuevas; debe morir mi raza donde nació su gloria: iquiero volver Menfis, quiero volver Tebas!
Así el anciano arqueólogo, así el ibis doliente finalizó el monólogo, y luego muchos días le vieron pensativo en el jardín zoológico donde vivía cautivo.
Demetrio Fábrega 1974

    Notas

    Este documento no posee notas.