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fuera más que un fenómeno eléctrico de las altas regiones de la atmósfera: y fundado en la propiedad llamada de las puntas, inventó el pararrayos, una de las más grandes conquistas del género humano.
La agitación política que desde hacía largo tiempo se notaba entre los colonos de la América del Norte, no tardó en preocuparle por completo. El Gobierno de la metropóli, para tenerle adicto, le habia ya nombrado en 1751 Administrador General de correos; Franklin aceptó el la libertad de su pueblo. Representante, en diversas ocasiones, de los Parlacargo, pero no dejó jamás de trabajar por mentos Americanos, trabajo denodadamente desde Londres por la causa de las colonias, hasta que en 1772 se decidió remitir sus amigos de Boston una serie de cartas y documentos, en que se probaba la mala fe con que venían engañando los americanos los políticos ingleses. Esta campaña, y otras análogas, le y obligaron huir de Inglaterra, y regresar América, en marzo de 1775, no tardando en adherirse la rebelión que se iniciaba. En de julio de 1776 fue uno de los Delegados que firmaron, bajó la Presidencia de Washington, la declaración de independencia de los Estados Unidos. Nombrado por la Asamblea de la Nueva Federación su Delegado en Europa, gestionó durante ocho años, con todas las naciones europeas, y particularmente con Francia y España, los Tratados para consolidar la independencia de la Unión.
Después de estos ocho años de labor diplomática, durante los cuales adquirió la enfermedad que debía llevarle al sepulcro, regresó en julio de 1785 América, falleciendo en Filadelfia en el mes de abril de 1790.
La muerte de Franklin inspiró Mirabeau el más hermoso de sus inimitables discursos, así como su vida inspiró Turgot el más sentido de sus versos.
Sin duda que para honrar la memoria de Franklin hubiera bastado repetir esta máxima suya, que encierra los últimos ideales de la vida del grande hombre. La moral es el único cálculo razonable para la felicidad particular y el único fundamento de la felicidad pública. Si los hombres supieran todas las ventajas de la moral y la virtud, se harían virtuosos por egoísmo.
La sentencia de Jesús La sentencia dictada por Poncio Pilatos en contra de Jesús, fué concebida en los términos siguientes. En el año 17 del Imperio de Thiberio César, y 25 del mes de marzo, en la Santa Ciudad de Jerusalén, siendo sacerdotes y sacrificadores de Dios, Anas y Caifás.
Poncio Pilatos, Gobernador de la Galilea baja, sentado en la silla presidencial del Pretorio, sentencia Jesús de Nazareth morir en una cruz entre dos ladrones, diciendo los grandes y notorios testimonios del pueblo que: Jesús es seductor.
20 Es sedicioso 3º Es enemigo de la ley. Se llama falsamente hijo de Dios.
59 Se llama falsamente hijo de Isrrael.
69. Entró en el templo seguido de una multitud, llevando palmas en la mano.
Manda al primer Centurión Quirius Cornelius que lo conduzca al lugar del suplicio.
Prohibe a toda persona, ya pobre, ya rica, impedir la muerte de Jesús.
Los testigos que firman la sentencia son: Daniel Robain, fariseo; Joannar Zonabatel; Rafael Robani; Capeto, hombre público.
Jesús saldrá de la ciudad de Jerusalen, por la puerta de Struena.
1976

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