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Consejos los maestros Conferencia (Como se forma el ciudadano)
SEÑORITAS. Deseo que sea quien despida las alumnas de esta Escuela el día de la entrega de los diplomas.
Pero, señorita Directora, es un honor que no me corresponde y en consecuencia. Deseo que sea quien les hable en mi nombre en el de la Escuela.
Era una orden, como lo veis, disimulada, pero una orden, y yo soy disciplinado.
He ahí la razón por la cual en este acto sencillo exteriormente, pero solemne por su significado, serán mis labios los que os dirijan las últimas palabras de despedida.
Qué decirles? preguntábame anoche, solo ya, en mi cuarto de trabajo.
Sin duda debo hablarles de la misión que van a dedicarse.
Pero es todo tan importante en materia de educación! Qué elegir?
Hubiera querido condensar, en pocas páginas, siquiera más esencial, hacer una síntesis clara y completa de lo que debe ser vuestra tarea y del modo de cumplirla. entonces acudió a mi mente la fórmula que motivó mis primeras lecciones el año pasado, constituyendo después algo así como una obsesión durante el curso entero: El fin de la escuela es contribuir a la felicidad individual y colectiva.
detrás de la fórmula sus consecuencias: la necesidad de hacer converjer al mismo propósito la acción de todos los momentos, de todas las disciplinas que constituyen el programa, de todos los trabajos escolares, de los ejercicios y de los ejemplos continuos ofrecidos al niño; la necesidad de orientar la obra de la escuela en un espíritu más racional, más en armonia con el fin soñado: enseñando menos cosas, pero enseñando bien, no preocupándonos tanto de la cantidad de las nociones trasmitidas como de su calidad y del método empleado para obtener lo que vale más que un montón de conocimientos: la aptitud mental desarrollada y el amor al estudio, para que el niño pueda adquirir por sí solo, después, los olvidados, y aumentar su caudal incesantemente. tanto y mucho más que la instrucción y la cultura intelectual, procurar la formación de los hábitos morales requeridos para la felidad del individuo y de la comunidad.
Todo esto fuera de las nociones que reclama el cuidado de la salud física y fuera de las aptitudes prácticas indispensables en todas las circunstancias de la vida, aquellas destinadas satisfacer las necesidades más urgentes y comunes.
Cualquiera de estos puntos hubiera podido ocuparnos extensamente sin hacer más que esbozarlo.
Pero hubiera sido oportuno?
Parecíame que no y estaba casi afligido, cuando, de súbito, recordé la fecha.
Estamos en días de julio, commemoramos con este acto el aniversario de nuestra Independencia Hablemos entonces de la patria.
Preguntémosnos qué clase de patriotas necesita y qué debe hacer la escuela para dárselos.
Hablemos de la patria como ciudadanos que la aman y mucho, pero como ciudadanos a quienes el patriotismo no les pone una venda ante los ojos que sólo les permite ver las bellezas de su tierra, recordar la fecundidad de su suelo, cantar himnos la gloria de sus próceres, y después dormir sobre laureles que ellos ganaron y que nosoiros apenas conservamos sin aumentarlos; hablemos de la patria como educadores obligados servirla no con frases enfáticas y explosiones patrioteras, fecha fija, en mayo y en julio, sino con la acción serena, meditada, perseverante y también entusiasta, de todo el año y de todos los momentos: la acción serena y consciente del maestro quien 120 se oculta que no se vive solo con el recuerdo de las glorias pasadas: que la obra iniciada por los patricios valientes y abnegados de la Revolución, de la Independencia y de la Organización Nacional, debemos continuarla todos, no ya en los campos de batalla, pero si en el campo del trabajo que fecunda la tierra, hace andar las máquinas de la industriit, activa comercio que enriquece, civiliza las masas con la educación, busca y encuentra formas de organización social que aseguran el bienestar general impulsan en todas las formas el progreso y la felicidad humanas, en el campo del trabajo que también tiene sus héroes, brillantes, destacándose, unos; humildes, desconocidos, pero no menos eficaces, otros.
Tratemos de formar esos soldados de los tiempos de paz, más necesarios hoy que los soldados de los tiempos de guerra. si las cicatrices, recuerdo del campo de batalla, se tuuestran con legítima satisfacción, que con no menos orgullo se exihiba las manos encallecidas, las heridas que pro1984
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