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Quién es capaz de llegar al final de su libroViaje al Polo sin que se le oprima la garganta, sin sentir vivo el deseo de hallarse su lado un momento siquiera para decirle agradecido: Te respeto, Nansen; te admiro, modelo de abnegación y perseverancia, que tanto honor reflejas sobre la raza humana!
Recordad que de igual modo debe aprovecharse el estudio de las Ciencias naturales, que nos muestran a cada paso la necesidad del orden y del respeto a las leyes nunca impunemente violadas.
Prescindiendo de cuantos sirven para hacernos amar lo bello en sus manifestaciones más puras, con la inevitable repercusión moral que lo bello produce, tened en cuenta las virtudes multiples que 110s enseñan hasta los animales más modestos, la arana, la abeja, la hormiga, hábiles, prudentes, previsoras. qué decir de las emocionantes lecciones que se desprenden de la historia de muchos descubrimientos realizados en las ciencias por los sabios, que nos enseñan otra vez lo que vale la voluntad firme, el amor al bien, el método en el trabajo, de todo lo cual es vivo ejemplo uno de los más grandes entre todos, Pasteur? así, señoritas, podríamos continuar recordando que no sólo la Historia y la Geografía y la Lectura y la Composición, sino la Caligrafía y el Trabajo manual y el Dibujo, el Ejercicio físico y la Música y hasta el cuidado y el modo de corregir los cuadernos de deberes pueden motivar lecciones fructíferas.
Las Matemáticas, menos frias de lo que suele creerse, pueden enseñarnos la im.
portancia de la atención y la exactitud, lo que vale el tiempo cuando es bien aprovechado, las ventajas del ahorro y de otras virtudes, la mejor de las cuales la indicaba nuestro gran modelo, Mitre, cuando un día de su aniversario, ante un grupo de estudiantes de la Facultad de Matemáticas que fueron a visitarlo, y refiriéndose a la necesidad de obrar siempre con rectitud, exclamaba. De mis estudios de Geometría sólo he conservado una noción y es la de que la linea recta es siempre la menor distancia que hay entre dos puntos. bien, señoritas: es esa la obra grande que os está eticomendada. Es así como habéis de servir vosotras la patria, dándole hombres honestos, activos, laboriosos, veraces, tolerantes y con ideales nobles en el alma. no temáis: hombres así preparados, amantes sinceros de su tierra por lo mismo que con su labor contribuyen engrandecerla, no serán nunca sordos al toque del clarín cuando, por desgracia, la patria tenga que llamarlos para defenderse contra un agresor extranjero! para cumplir tal misión, dejadme decirlo una vez más, es la lección viva del ejemplo lo que vale sobre todas las cosas.
Vosotras lo daréis, estoy seguro; y lo daréis contentas, con fe en el éxito, sin pesimismos que serían tan prematuros como injustificados y hasta culpables en vosotras, jóvenes, sanas, llenas de ilusiones que debéis conservar y que realizaréis queriéndolo firmemente.
No creáis quienes os digan que la vida del maestro es vida amarga, de puro sacrificio.
Es cierto que su situación no es aún la que merece, pero es llevadera. no olvidéis que todas las cosas, inclusive la felicidad, son relativas.
No os comparéis con los que al parecer tienen más; mirad al número infinitamente mayor de los que tienen menos y envidian vuestra suerte. Que el maestro no disfruta todavía de debida consideración?
Puede ser; pero en todo caso, de vosotras mismas depende aumentarla.
Siendo de hecho, no sólo de palabra, servidoras perseverantes y entusiastas de la escuela. Haciéndola realmente útil la familia y la sociedad por el acierto en las 110ciones transmitidas, en las prácticas enseñadas, en los hábitos que cultivéis en sus hijos.
Ni os desanimen tampoco las dificultades de otro género con que tropezaréis sobre todo en los comienzos, al frente de vuestra clase.
Que vuestros niños desatienden, que sus progresos son lentos, que la disciplina no es satisfactoria?
No digais: Qué niños tan malos los de mi clase! Decid más bien: En qué error habré incurrido, como maestra, para que esto me suceda? Buscad y encontraréis que vuestras lecciones no fueron bien preparadas, que no supistéis mantener la atención de los niños, haciéndolas interesantes; que no habéis satisfecho su necesidad de movimiento atrayendo su actividad al objeto de la lección, por lo cual ellos se desquitan, naturalmente, jugando, haciendo ruido, cortando el banco con el cortaplumas; que no adaptasteis vuestro lenguaje, los ejemplos elegidos, la duración del ejercicio, la capacidad de los alumnos y por eso el provecho ha sido nulo; que vuestro trato ha sido excesivamente blando unas veces, demasiado brusco, rigido, otras, desigual siempre; y vuestras maneras han carecido de moderación y cultura, y entonces, claro! el niño no sabe qué atenerse, ni siente por su maestro el respeto afectuoso que contiene la falta, 1986 ¿Cómo?
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