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Pero, decis, yo doy diariamente una clase de moral, predico en todas los distin.
tos deberes, leo hago leer anécdotas, cuentos, historias, que encierran buenos ejemplos. sin embargo mis alumnos siguen siendo indisciplinados, desobedientes, malos.
Sí, prediciis. eso es lo malo. No prediquéis. En vez de dar una lección de palabra, equiparable por sit frialdad a cualquiera de las odiadas lecciones de gramática que nos daban en otro tiempo, haced vibrar la fibra moral del niño, eligiendo con tino el momento del consejo, de la lectura, del cuento, de la historia; preparad con habilidad, sin que el niño lo note, ese momento, para que no vea la lección deliberada: y en vez de hablar friamente, hacedlo con calor comunicativo, poned toda vuestra alma en vuestra palabra, en la expresión de vuestro semblante, en vuestras aptitudes todas y veréis, veréis, como se tienden hacia vosotras esas cabecitas, como brillan esos ojos Derios de entusiasmo, como los humedece una lágrima, y como prorrumpen esos labios en espontáneas exclamaciones de admiración.
Eso deja rastros, señoritas, porque eso llega al corazón!
Que ello es difícil, diréis. No, no es difícil, es más: es imposible de obtener cuando se es maestro como se puede ser mercader de paños o fabricante de alfileres. Pero es fácil cuando se es maestro penetrado de toda la grandeza de su misión y cuando se tiene por eso, la voluntad firme de cumpliria! Respetad al niño, amadlo y tendréis siempre inspiraciones felices.
Permitidme estos últimos consejos que os doy con toda mi alma, porque un año de trabajos en común me ha hecho estimaros y porque al fin vosotras entrais desde ahora una familia de la que todos somos parte y en la cual todos debemos ayudarnos sincera y lealmente dando ejemplo de solidaridad inalterable.
Ya está en vuestras manos el diploma que os abilita legalmente para empezar vuestra digna función de educadoras: pero tened presente que apenas habéis aprendido lo necesario para seguir estudiando con eficacia.
Recién vais a abrir el gran libro de la experiencia personal. Observad, observad con atención a los niños; estudiad todas sus manifestaciones con interés: procurad conocerlos bien, que ello es indispensable para dirigirlos con acierto. Tened siempre abierto con amor ese libro, sin cerrar por ello el otro, el que os aporta los frutos preciosos de la experiencia ajena, de siglos, que facilitará la vuestra iluminándola cada rato con claridades inesperadas.
Estudiad siempre mucho o poco; pero estudiad bien, con conciencia, no leais sólo los libros de clase. Buscad de tiempo en tiempo un libro mlevo, repasad el bueno olvidado; y sobre distintas materias, sin omitir un poco de sana Filosofia y de Ciencias naturales, que ahuyenten los prejuicios, ensanchan el espíritu y enseñan el buen sentido, la amplitud de miras, la relatividad de todas las cosas.
Tened espíritu científico. Ello es fundamental en vuestra carrera más que en muchas otras.
No os apeguéis demasiado ideas hechas, á doctrinas determinadas. Tened modelos, pero no tengáis idolos.
Combatid incesantemente la mentira, ese mal, el más grande que nos corroe, dando vosotras el invariable ejemplo de la verdad en todo, hasta en el traje, en las maneras, en el lenguaje, que deben estar en armonía con vuestra situación real.
Sed discretas siempre. Sed moderadas en el decir y sedlo más en el obrar.
Cultivad la sencillez y la sinceridad en todo.
Adquirid el dominio de vosotras mismas. Tened espíritu jovial que no choca con la seriedad y que hace agradable la vida. buscad siempre la sociedad algunas personas superiores vosotras que os servirán de piedra de toque para apreciar vuestros progresos, corregiros de un defecto, indicaros el rumbo en los momentos de vacilación, y también, para que el hábito de es.
tar siempre enseñando quienes, naturalmente, saben menos porque son niños, no os de una idea exagerada de vuestro propio valer, y os haga pedantes.
Si supierais cuánto daño hace los maestros la pedanteria!
Pero la modestia no excluye la estimación de si mismo, al contrario. Sed dignas sin jactancia y sedlo, sobre todo, con vuestros superiores jerárquicos, con cuantos puedan dispensaros favor. Con estos, preferible fuera la altivez exagerada la humildad falsa excesiva vecina de la adulación. Creedme, con el superior jerárquico digno de serlo, no medran nunca los serviles.
Cuidad también la salud física, sin la cual vuestras energias intelectuales y morales serian precarias. Cuidadla mucho, que la necesitais para vosotras, para vuestros discipulos, para bien del país.
Otra vez os digo: Ya estáis armadas para la lucha. Acometedla con animo resuel.
to, que el triunfo os espera.
Si acaso ois decir que el enemigo es invencible, que las dificultades son insuperables, que vuestros sacrificios serán estériles, sonreid tranquilamente, que es mentido el vaticinio Si vuestra instrucción es sólida, vuestro valer moral grande, vuestra resolución inquebrantable, nada temáis, serán colmadas vuestras esperanzas. No encontraréis la 1987
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