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Notas europeas Un monumento a Jules Ferry Nadie que se ocupe siquiera sea como amalcur de las cuestiones que atañen la enseñanza pública, el más precioso cultivo de la verdadera democracia, debe ignorar la influencia decisiva y reformadora que ejerció Jules Ferry en la laicización y reforma de la ensuianza en Francia.
Hombre de gran perspectiva, ajeno a la baja politiquería, no dudo un instante, a pesar de la torpe tenacidad de sus enemigos. del fallo final y del reconocimiento con que tarde o temprano le recompensaría la democracia. En los más trágicos días de su gobierno, en los momentos que parecían comprometer más si obra. Ferry, lleno de confianza, decía sus amigos con la dulzura que no era más que la expresión de su invencible energía. Yo creo y espero. El estudio inetódico de la historia de rancia no podía engañarle sobre los destinos de su país. Diez siglos heroicos durante los cuales la Francia en primera fila tomó parte en los más arduos problemas de la humanidad se imponían con vigor suficiente para que no abdicara delante de ningún obstáculo. Ferry, aprovechándose de la enseñanza de esa gloriosa tradición no quiso ver la democracia mal dirigida caer en los brazos de la reacción. abandonando el culto a la patria y la libertad.
Continuador de esa obra gloriosa que sostuvo en cuerpo y alma, su sistema político de cohesión, para el como para todos los que apoyaron su doctrina, era el de que la Francia toda, debía ser un sólo bloc. Se ama este vicjo país, decía, por sus glorias pasadas, por los grandes servicios que ha prestado la liunianidad, por las desgracias que ha sufrido. Qué más grande notivo de orgullo y anior para las generaciones actuales, que la de recorrer su antigua historia desde el momento en que esta gran personalidad llamada Francia, se levanta sobre el mundo después de la caida del imperio romano mezclándose activa y apasionadamente en todas las grandes cosas que se hacen en Europa, trabajando en el orden militar, industrial, científico, artístico, en la obra de la civilización occidental que conduce de frente con la obra de la unidad francesa. En la seguridad de que sus ideas sobre la unidad franceca eran las de sus compañeros de gobierno, Ferry, ministro, se imponía y se enfrentaba a las crisis de efímera impopularidad que soportan estoicamente los que están convencidos de su éxito y de las ventajas de sus esfuerzos en pro de la mayoría. Su obra diplomática y colonial ofreció sus enemigos no pocas ocasiones para atacarle. Sin embargo, el arreglo de la cuestión de Tunisia convertida en el más fioreciente de los países musulmanes, la solución de las cuestiones de la Indo China, el Tonkin y el Anam, hicieron comprender sus enemigos lo que valían la persererancia y la energía de Terry.
En un célebre discurso de 1902. Waldek Rousseau, uno de los colaboradores de Ferry, decía. Un pueblo que ha tenido Colberts Riclielieu, una nación que se establecio en el Canadá y en las Indias había llegado a preguntarse si podría dar a tal politica la expansión necesaria. Esa preocupación era aún vivaz cuando Jules Ferry resol2154
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