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Todo muere!
un naturalista sobre el ave misma y sus costumbres. De la misina manera que el pensamiento humano se refleja sobre sí mismo, el zopilote contempla su propia imagen reflejada en la fuente cuya orilla se posa; luego abre sus potentes alas y se remonta en el espacio, revoloteando tranquilo en las alturas, mientras contempla el panorama expléndido de la Naturaleza, y. hombre criatura insignificante apegado a las miserias humanas que constituyen la lucha por la vida. Jamás se le habrá ocurrido al zopilote pensar que pertenece una raza degenerada, por vivir siempre eu los trópicos, ni habrá suspirado por que el zonchiche venga comunicarle la rapidez y resistencia de su acerado aparato volador; contento con el ambiente en que se desarrolla, vive tranquilo y se rie del orgullo de los hombres que, por rodearse de comodidades egoístas, se esclaviza voluntariamente, sin llegar conformarse con su modo de ser, por que desprecia sus propias capacidades, y se pasa suspirando por un bienestar absoluto, que nunca alcanza a conseguir aunque sacrifique su propia libertad. Qué se han heclio las lágri Quc acongojado eu mi niñez.
Aquellas que enjugó la madre Con amor y cariño maternal?
Aquellos pensamientos inocer Que ini pecho albergaba con a ¿Que se hicieron. Pasaron Dejando ini alma en ansiedad Aquellas santas creer Que mi nadre de inci que formarou mi Las que siempre adot En mi tierna adolescu ¡Ay! todo. todo Alfaro Por seis pomanzas Aquellas juveniles ilusiones, Aquel risueño y dulce bienest: Que disfrutara en mi tranquil Lejos, muy lejos de este mun Pasaron. como todas la Que enardecen la inquieta jus que forinan más tarde el at En que descanse el corazón ya Al cumplir los 18 años, dice Caruso, una de las celebridades de la lírica italiana de hoy, yo no sabía si era tenor o barítono. Comencé a cantar a los dicciocho: cansado de aquella duda, de no saber cuál era mi tessitura, fui casa de un maestro, que tampoco supo sacarme de la incertidumbre.
Otro profesor de canto me dijo que tenía un escaso volúmen de voz. Por fin, estando en el servicio militar, un día, mientras limpiaba el correaje, oyó mi voz el Coronel de mi regimiento, que enseguida me relevó de ciertas ocupaciones del servicio, procurándome un buen maestro que iya era hora! me sacó de dudas.
Hoy no puedo quejarme: gano lo que quiero. En los Estados Unidos, por dos romanzas que canté en casa del millonario Smith, me entregaron un cheque de 8, 000 pesos. Una casa ſonográfica americana me dió 20, 000 pesos por cuatro romanzas, más un tanto por ciento sobre la venta de discos, de los que ya he cobrado cerca de 10, 00 pesos.
Animo, caballeros, y probarse la voz!
También pasaron las Horas de mi edad flo En las que gratas qu afectos que el alma Dejaron profundas liu Eu el abril de mi vida 2182
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