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Las revelaciones de la lectura modorro Put Joaquin DICENT Penetre en la casa inclinando un poco la cabez inbra. El sol penetraba alli de contrabando: se det convirtiéndolas en manerabes amulejos, y Juego. com pobreza del recinto, deshaciase en polvo de oro y yo baldosas la puerta, una gasa de anémicos matices azu Más adentro apenas si llegaba la luzLa vidrie Irecruzado por anchas líneas de hoja de lata, mejor dud. Con la puerta ocorria lo mismo. la sala sa ab attolicas sombras que permitían entrever paredes de tro o cinco sillas, usa mesa y el arranque del techo, chocolate. El fondo resultabit francamente invisible. faltes de releves de limite. Eru algo asi como un ante los pies, se abria ante los ojos, En una de las sillas estaba sentada a mujer.
más tarde supe que tenía treinta. Per 511 cutis, repu las blancuras mate de la Escrofula; sobre su pelo, den como limaduras de plomo: su boca servía de reductora tes: encima de su cuerpo reis un justillo y pingajeaba para coger a un chiquillo, que se revolcaba sobre last amur de Rubens. El corpido se abrió ofreciendo sal niño he presa, mientras la madre murmuraba. vendre Como toda medalla tiene su reverso, tiene también la lectura en alta voz sus desilusiones, substrayéndonos a menudo bellezas que admirar. Bien dijo SainteBcuve, que el lector es un critico, un juez! juez cuyos ojos se revelan muchas falas ocultas. Qué de tristes descubrimientos no he hecho yo de esta manera!
Cuantos escritores y escritos que yo admiraba, que quizás admiró tambiém el leetor, no han resistido esta terrible prueba. Dicese que una cosa salta los ojos, y no sé por qué no se ha de decir laimbién que salta a los oídos. Los ojos corren por las páginas, salvan los párrafos largos, pasan como sobre ascuas por los pasajes peligrosos. Los oídos, en cambio, lo oyen todo, no dan salios, tienen delicadezas, susceptibilidades, previsiones, que escapan la vista. Tai palabıa que, leida bajo, se nos hubiese pasado por alto, adquiere de pronto, por la audición, proporciones colosales: tal frase que apenas habría sido notada, nos subleva. a medida que aumenia el núncro de oyentes, crece la perspicacia del lector.
Establécese entonces, entre el que lee y los que escuchan, una corriente eléc tica, corriente de mutua enseñanza. El lector se ilustra ilustrando al público.
No necesita que le adviertan con murmullos ni con signos de impaciencia; basta el silencio para instruirle; lee en los semblantes, prevé que tal pasaje desagradará, debe desagradar, mucho antes de llegar él; diriase que sus facultades de crítico.
excitadas, puestas en tensión por este terrible contacto con el público, se elevan una especie de adivinación. Por qué no he de confesar que un dia perdí, en esta prueba, uno de los mais vivos entusiasmos de mi juventud? Un escritor que ponia en prinera fila, bajó, para mí, un lugar secundario. Xo dejo por esto de admirarle, me parece siempre patético, clocuente; pero no figura ya entre los grandes dioses: Massillon.
Junta este escritor, una admirable riqueza de palabra, una increíble pobreza de giros. Su diccionario es magnifico: su sintáxis, estrecha y limitada. En Bossuet, el estilo es realzado sin cesar por una variedad de giros que imprimen, por decirio así, cada frase una fisonomia especial; en La Fontaine, el numero de giros se cuenta por el de los versos: Víassillon, por lo contrario, adopta uno y lo sostiene a menudo durante dos páginas, a modo de rail en que se engrana, especie de lancha en que se embarca y embarci juntamente al lector. De aqui.
esa monotonia que no puede sustraerse el lector, y que acaba por hacerle notar la deficiencia nádase que el mismo lujo de palabras adolece de cierta uniformidad. Ese talento incomparable para reproducir un pensamiento en formas tan diversas, me tuvo durante mucho tiempo maravillado, deslumbrado: tomaba por idcas nuevas todas aquellas variadas formas de la misma idea; pero la lectura en alta voz me descubrió lo que había de ficticio en este juego encantador; creia asistir en el teatro una de esas representaciones en que un solo actor figra, al parecer, cinco o seis personajes, hacer otra cosa en realidad que cambiar de vestido. Qué distinto es Saint Simon! Tainbien éste repite el misino pensamiento en veinte formas; pero no con la habilidad del hechicero, que bace brillar ante los ojos metamorfosis mágicas, sino con el fuego del hombre que, al impul.
so de una pasión, halla sus frases demasiado débiles para sus impresiones, y se ensaña con las palabras esforzándose en hacerlas expresar todo lo que siente, y violenta la lengua, la estropea, la tortura, hasta que le obedece, tornándose apasionada, desordenada, fogosa como él. Varias veces he probado leer SaintSinon en alta voz, y no conozco tarea más ruda interesante que la lucha cuerpo cuerpo con este terrible genio; seineja al combate de Jacob con el Angei en que se está seguro de ser vencido. Pero cuánto más fuerte, cuánto más apto para nuevas luchas no se sale de esta derrota!
218. En las impenetrables tinieblas del fondo seu producen los grandes reptiles cuando se arrastran por nado con jadeas de bestia herida. Aquello, fuera lo tros entre la oscuridad. Al llegar aquella donde esta ctingaimes una masa negru 4116 buccaba entre las se contorneo poco después, dibujando una cabeza livida.
111 corpacho que producía al deslizarse contra el remos encogidos que oscilaban torpisimamente para co por las sombras, parecía un sapo gigantesco. Il fin sa caradamente. Era hombre.
Miserable imagen la que nos miraba con sus ojo hoca sin dientes! La carne, rebujada en un chaque ser carne, sino a gelatina de nombre. Tan contin era su temblor, que no podit tener musculos que la afi lecieran, ni médula que la sirviera de puntal. Pastat.
mentos nerviosos machacados, era indudablemente a como eran, no extremidades Humanas, manojos de fib las otras por insegura trabazio, los temos que se apo trágicos como era descoyuntado maniqui la cabeza de ticulación que trazaba semicirculos sobre el cuelto rojizas.
Nunca vi criatura racional a esta comparable, los desarticulados que entretienen en el circo a los pt gilats. Ellos horrorizan, espantan, produces escalofr faena barbara y volverse reptiles hombres. Pero en desaparece, el hombre torna a ser ao de sus músculo óseos, yergue victoriosamente la médula y saluda a siasmo, más que su labor, su reingreso en la humanida El otro no, el otro no puede mandor sus músc placer en los puntales de sus huesos, ni erguir volunta denado arrastrarse contra la tierra, hasta que la tier para ofrecerle sepultura. Es hombre reptul de por vid si este bombre reptil fuera producto de un er en su taller de criaturas, au podria mirársele con la a prójimo, pero con la resignación que acompana lo in do por el hombre reptil que se arrastraba frente a mis producía resignación: producia indignada cólera, porq dio: porque aquel hombre to era un error sufrido criaturas, era un crimen cometido por la sociedad en 1

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