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Flor del camino tos jóvenes pusilániines que después de casados y adultos, se entregaban al desenfreno. Su vida ne inspiraba repulsión, me parecía demasiado inutil y perversa. Cuando lo ví sentado tan cerca. me inspiró repugnancia, porque comprendí al instante sus pretensiones. Aquel hombre se me iba a declarar; eso era un lieclio. Declaración de baile, frívola, maliciosa y ridícula como siempre. Lo que iba suceder me inspiró tal repugnaneia que intenté levantarme con un pretexto cualquiera, pero mi coinpañero a udaz, sin tener confianza alguna conmigo, ine returo de una inno dijo. ud. no sé va!
Aquel rasgo varonil y audaz me sorprendió con agrado, no hay duda. Quien eso hacia era un hombre familiarizado con el trato de muchas mujeres. Este trato le daba cierto dominio.
Me senté de nuevo y se me declaró como lo hacen comunmente tantos jóvenes. Me hizo el efecto de un organillo que repetía una vez más lo que tantas veces había dicho otras. Yo lo escuchaba con paciencia y lasta con interés. Nunca me había topado con un hombre que tuviera tal desplante para liablarme. Lo hallé muy vacío y pretencioso.
Cuando termino. esperaba mi respuesta. Con aire conipasivo clavé la vista en aquel manojo de vicios que descansaba mi lado. Entonces le respondi. Lo que Ud. ha dicho está bien. Veremos.
Luego, silencio. nuestro alrededor bullía el regocijo. En uno de los cuartos interiores vi, de paso, que se arrinconaban las niñas feas que nadie sacaba a bailar. Porque eso hacían los jórenes: las señoras viejas y las niñas feas las miraban con la indiferencia nás burlona.
Algunos pasaron frente nosotros tosiendo con malicia. Si, la malicia empezaba ya clavar sobre nosotros su miliar de ojitos incansables, Varios habían notado ya nuestra larga permanencia solos en la banquilla. Eso me preocupó y derrepente me levanté diciendo: Ya es tarde! Me voy!
El compañero sacó el reloj con pereza, enderezo el cuerpo y bostezó antes de decir: Si no es tan tarde: apenas son las once. No se vaya. añadió suplicante.
Yo no le respondi pada. no bailé más. Me despedí de todas, algunas insistieron en que ine quedara más tiempo. pero mi resolución fué firme.
Mi compañero me siguió liasta la puerta y al despedirse me dijo. Conque veremos, no. 81, veremos. Buenas noches. Adiós. fué su respuesta.
Muriente el día en brazos de como alba mariposa que sus quema al redor de un lumina en la son bra cayó rotas las a Un trazo de carbón el liorizon en lo alto de la cumbre dibuja y al dividir el cielo con el mon la noclie misteriosa se esfum La tórtola cantando sus pesa en la rama de un sauce. desp las naves de luz crepuscular que se alejaban al concluir el Avanzaba la noche. En un camino de niontaña, una hara los pies desnudos, el cabello abrazaba una cruz, triste y 11Yo la niré despúes en su deli aquel leño arrancar del duro y cuestas, completando sur marchar con 61. con la inirada fué que una visión en blanc surgió de aquella tumba en tomó entonces la cruz y el mo pensando en que su madre la La ballaron otro día los pasto en la cinia nevada muertecilla sobre la flor marchita, mucha sobre la cruz, llorando una ar Sola en el mundo, el hambre le brindaron dolores y congoj y el infortunio la arrastró con cual sopla el viento a las perd Soaquín Garcia Monje ¿Te entristece esa historia, a Ah! que quieres! los huérfano que tronchan los que viven en iy son tantas. las víctimas 2198
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