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Flor del camino aban iado pugnbre Yola, o tai o mi una hay 111uente vez pa2 que ioso.
cia1toni uno feas foras 1a.
Si, la insaen la Muriente el día en brazos de la tarde como alba mariposa que sus galas quema al redor de un luminar que arde.
en la soinbra cayó rotas las alas.
Un trazo de carbón el horizonte en lo alto de la cumbre dibujaba y al dividir el cielo con el monte la noche misteriosa se esfumaba.
La tórtola cantando sus pesares en la rama de un sauce, despedia las naves de luz crepusculares que se alejaban al concluir el día.
Avanzaba la noche. En un revuelto camino de inontaña. una laraposa, los pies desnudos, el cabello suelto.
abraza ba una cruz, triste y llorosa.
Yo la miré despúes en su delirio aquel leño arrancar del duro suelo, y cuestas, completando su martirio, marchar con él, con la inirada al cielo. fué que una visión en blanca nube surgió de aquella tuinba en que lloraba: tomó entonces la cruz y el inonte sube pensando en que su madre la llamaba.
La hallaron otro día los pastores en la cima nevada muertecilla: sobre la flor marchita, muchas flores, sobre la cruz, llorando una avecilla.
Sola en el mundo, el hambre y la penuria le brindaron dolores y congojas, Fel infortunio la arrastro con furia cual sopla el viento a las perdidas hojas.
ostei que dijo. Te entristece esa historia, ainada mía?
Ah! qué quieres! los huérfanos son piantas que tronclan los que viven en la orgía: iy son tantas. las víctimas son tantas. Daniel Ureña.
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