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Cuando se despierta el pasado, quién dedicar nuestro pensamiento sino a aquellos dos seres adorables que llenaron de encanto muestra existencia y que, nos hacen comparar el hoy con el ayer dando este último hermosas ventajas?
Si tengo educación aun no común entre jóvenes de mi edad, ellos dos lo debo, mis padres, que siempre pensaron en el porvenir despreciando las preocupaciones que niegan a las mujeres una cultura superior.
Mi padre adoraba las matemáticas; estas ciencias llenas de atracción para quien sabe comprender su espíritu hicieron de él, el hombre más cumplido, obsservador de todo con la tineza de la ciencin a que había dedicado sus energias.
Diré que cuando lo obligaban dar su opinión sobre wa persona o un suceso cualquiera, lo hacía con tanta firmeza y exactitud, que podria creerse que en unciaba un teorema de Algebra de Trigonometria del cual estaba seguro de presentar la demostración inmediata.
Quería en todos. y en nosotros sus hijos especialmente firmeza en las ideas.
Para mi padre, el ideal de una verdadera alma femenina era una mujer franca, independiente y culia. No existían las medias tintas para aquel cerebro privile giado: por eso tenia interés en separarnos de las personas que guardaban equilibrio entre dos conceptos.
Con un padre asi, debíamos ser buenas la fuerza. comprender la nobleza de las ideas nuevas y cultivarlas con cariño como lo hacía el único director espiritual que tuvimos mientras estuvo nuestro lado.
Despertó en nosotros el amor las ciencias, nos hizo admirar la naturaleza, estudiar sus misterios y aspirar la libertad y a la vida llena de frescura de que ella goza.
Nunca olvidaré el detalle de mi existencia que me reveló la necesidad de estudiar todo aquello que estuviera al alcance de mi energia intelectual.
Estaba hablando mi padre de una comedia que habiamos representado en casa de unas amigas cuando llegó un colega suyo, quien, después de saludarme cariñosamente, se puso a hablar con papá de un teorema que, segun comprendi, tenía mucha importancia. Después de media hora de discusión en la cual pude oir palabras cuyo sentido desconocía por completo, el visitante, volviendose hacia mí, me preguntó. Señorita, que nos dice de todo esto? Cree usted que Lowatschewiski Riemann tengan inás razón que Euclides?
Como es natural, al oir aquellos nombres raros permaneci silenciosa, avergonzada de mi ignorancia.
Mi padre entonces, dijo: No sabe usted, profesor, que las señoritas no hay que hablarles de Lowatschewiski, Rieman y Euclides? Citeles, por ejemplo, a Baroni, Barilli á Sinigaghia, y verá como le dicen inmediatamente y sin equivocarse cual de ellos tres tiene sedlas más lujosas y corsets más elegantes, diciendo esto ambos rieron fuertemente, y sintiendome bumillada, me eché en brazos de mi padre y sollozando le dije. Verdad, papá, que me enseñarás todo eso?
Desde aquel día me dedique a estudiar mucho bajo la sabia dirección de mi padre, quien supo con sus explicaciones llenar de encantos los senderos de las ciencias exactas.
junio 20 Mi madre es una mujer bella, en el sentido que ella misma nos enseñó a darle esa palabra; una mujer que sabe inspirar en quienes la rodean ideas hermosas y sentimientos elevados.
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