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Fragmento (DE UN ENSAYO DE NOVELA) feliz. S 31 5, 11 Ayonizaba el año y su vida miserrima se extinguía por minutos. soplo vago y ya perdido en el caos profundo de la eternidad, pero la cateva bumana levantaba sobre las ruinas de semejante desastre, un inmenso exiificio de esperas: no mero, sida nueva, decia se. repitiendo ese aforismo se sfanaba y era, en la ap Riencia, El gran baile del Teatro Nacional que en esta página se rememora tenia, asf, utt doble objeto: despedir, en la cuice embriaguez del jubilo, al viejo ano, sobre cuyo cadaver lantástico se amontonan pesares, decepciones malos recuerdos y saludara!
afio naciente con esa alegria explosiva que se agita en torno de las cuas infantiles, cuando el niño lanza a los aires de la existencia su primer gemido y ofrece a la vista ansiosa su primera suavisima sonrisa: pintura exacta de la humana condición, que nos hace contemplar el pasado con languida iristeza y que dirige los ojos del alma, llenos de anhelo. liacia los horizontes del porvenir, en los cuales se dibuja cumi tier. pro metida, una Atlántida poblada de ensuenos y de venturas imposibles.
Eu quella oportunidad, más que en otra alguna io ste parece, habiase dispuesto que el baile fuera espléndido suntuoso. El Teatro, ese recueno palacio de bellas artes, mostraba en noche tal todas sus galas, la radiante claridad de mil lucecillas de colores, en artistico concierto combinadas, ya en el antepeche de les palcos.
ya entre las blancas columns mármolo a lo largo de los ricis salotos. Todkresplandecia entonces: los frescos se animaba como coa vida misterinsa: palpitaba en las frias imponderables curvas de las estatuas, algo así como un espiritu secreto; y en la pintura del plafond, llena de mujeres desnudas y pujantes, había como rumores de besos y quejas de voluptuosidad, como hálitos de tentación y leves crugidos de g2a.
El sitro de aqui refa con sisa perversa: la ninfa de alia se apustaba en el boscaje como para a cita galante: Apolo parecis latter con delicia su arpa de bro; los arboles inmóviles de este y del otro paisaje, agitaban sus ramas oscuras como al impulso de una brisa imperceptible: la mascara de Melpomene desplegabe su hondo rictus en una mueca de placer y las figuras de alto reliere destacabanse con aire gentil y mirada codiciosa desde el fondo de las relucientes paredes.
Habia flores por doquiera, en las cráteras ornamentales y en los jarrottes dorados: rosas blancas, claveles encendidos, desde el ligeramente saurosado hasta el rojo san griento; azucenas como pentélicas, de amarillo estambre: azalias de entrecerrudo capullo y camelias medio abiertas: magnolias fresche, opulentas y deierso pétalos violetas de tenue y deleitoso aroma: ramus colgantes y guiridas policromas un cát.
men farido, pues, que Detaba de perfume variola atmosfera. tlo es esto solo. Diriose cue de aquel jardía fragante de las citaras griegas de los calados pifanos pastoriles, se levantaban para temblar en el espacio, si conjuro de Orfelis musicales cadencias de la oratista en el fondo de la escena colocada.
Vibraba la música con tiernas y alegres sones, pra la nott vira del sals, que arredara 16 sangre y suspende el espíritu: OTR el ritmo lucun breve de la galopi, a cuyo más gica diapasóni el juicio se pierde y la frase apasionada se desbordara in tranguila onda de la mazurca, con su dlcio sentimental de serenal, en medio del cual sueña la movia sus sueños encantados y el galán cun amoroso acento la dice todas las ietilezas de su alma repleta de esperanza y todas las conjogas de su corazón frenchido de matadora incertidumbre.
Manifestaron cronistas aqu fiesta portentosa, en fútiles gacetillas de clegantes reseñas, que lo más conspicuo de la la familia costarricense, tanto en lo que mira femenil belleza como en lo que tiende a distinguida posición social, se hallaba congregado en el baile, cual si para ello hubiese regido mandato inexcusable. Nada tan cierto en efecto, All se esparcian, con todos los tonos de hermosura y del donaire, nuestras más lindas mujeres. Habla de las rubias ideales de áureo cabello y azules ojos. que tratt con celestial mirada, prometedora de celestial vertura: de las de cutis bianco y nítido, que semejan humanos marmoles por delicado artifice esculpidos de las morenas tropicales, angeles terrestres de nuestra poderosa naturaleza, en cuyos ojos se copie la os.
curidad brillante de las noches americanas y en cuyos labios de seda y púrpura el estandarte rojo del best se ostenta como blasón tentador de las de formas escultóricas y virginales, que por su exquisita belleza provocan las reverentes pasiones de la estética y acallan el resoplido de la bestia sensual, de las que aventajat con su sola presencia la ta TE2 insuperable de los grandes artistas: de las qne en cada sonrisa de su rostro dibujan el matiz de una virtud angélica: de las que en cada palabra orindan un tesoro del alma; ica не a.
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