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los lev COpretrechamente con Moliere, agasajado por aquella opulenta corte, a donde el veneciano Cavalli va dirigir su opera Jerjes llamado por Jíazarino, en celebración de las bodas del gran monarca, es el verdadero creador de la ópera francesa.
Alejandro Scarlatti, compositor italiano, deja más de un centenar de operas y forma discípulos afamados como Durante, el alemán Juan Adolfo Hassey Nicolás Porpora, autor insigne, y fundador de la escuela napolitana, de donde salieron los más célebres cantores del siglo XVIII, Leonardo Leo tiene dos eminentes continuadores de su gloria en sus discipulos Tomas Traetta, águila de la música sentimental y pintorescat. y Santiago Piccini, rival de Glück en París, y víctima de la revolucion que llevó al cada so su infortunado protector Luis XVI.
Juan Pergoleso, silbado en Roma por una turba enemiga, semejante a la de los alabarderos, que en el Corral de la Pacheca, presidia en tiempo de Lope de Vega, el remendón zapatero maese Jeronimo Sánchez, guarda desencanfado su última opera, Olimpiada, y se dedica a la música religiosa en la capilla de Loreto.
El sajón predilecto de los ingleses, Jorge Federico Hændel, a los diez años compone una célebre colección de sonatas, que el gabinete del rey de Inglaterra conserva como reliquja, luego asombra con sus oratorios, y no cesa de trabajar para el teatro, sino hasta cuando pierde la vista, ocho años antes de su sentida muerte.
Francisco Durante, napolitano, considerado como uno de los jefes de la escuela musical moderna, subyagado por la idea religiosa, es el maestro del sublime tarentino Juan Paesiello, autor del Marques del Tulipán y del primer Barbera de Sevilla.
Nicolás Jommeili, director del conservatorio de Venecia, discípulo del Martini, y uno de los primeros maestros italianos, ba merecido por su vigor y talento que se le compare con Glick.
Dejan un tesoro de notables composiciones en todos los géneros, desde la música más seria y elevada, hasta la cómica burlesca. Vogel, Galuppi, reo, Pérez, Mayo, Vinci, Sarti, Salieri, Cafaro, Anfossi, Nauman, Saxon, etc.
Cristobal Glück, el cantor germano de Orfeo, es el inventor divino que muere en 1787, después de haber hecho de su siglo, el siglo de oro de la escena, y que solo tuvo, a juicio de sus criticos, un competidor digno de él, en el inspirado Piccini.
Antonio Gazpar Sacelini, discípulo de Durante, protegido per la reina Maria Antonieta, admirador de Glück y del napolitano rival de éste, funde en sus obras dramáticas los méritos de los dos, y llega a ser tenido por los franceses como el Racine de la música.
Pedro Alejandro de Monsigni, compositor lirico francés, anuncia su genio jestivo con las Diclunciones indiscretas y logra obtener la colaboración de Secain para muchas operas cómicas, entre ellas Rosa y Colis.
El belga Gossec, reforma el género instrumental y se recomienda por su vigoroso estilo.
El bizarro compositor Andrés Ernesto Gretry, dota la Academia real de música de Paris, con 44 obras de gran mérito. Napoleón le sainete la disputa de su época: si Mozart superaba a Cimarosa viceversa; y el con la sagacidad diplomática propia de un francés, la resuelve asi: Mozart erige una estatua la orquesta y pone su pedestal en el teatro; Cimarosa levanta una estatua al teatro y pone su pedestal en la orquesta.
Domingo Cimarosa, principe del género buío, compone más de 120 operas, serias muchas de ellas, y en poco tiempo alcanza tan gran reputación, que se lo disputan la vez para sus cortes los soberanos de Rusia y Alemania.
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