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rial Mi madre ue na renlo res. degre ali2ose rar Con clinismo interés y la misma insistencia con que hace años seguía yo con la mirada a las señoritas que encontraba al paso, sigo hoy con los ojos a las vicjecilas de cabeza blanca y espalda encorvada, de saya y mantilla, que trabajosamente avanzan por la calle. Ay! es porque me recuerdan mi adorada y santa madre, y me parece que voy verla; que al alzar ella la frente encontraré otra vez más aquella mirada de luz cariñosa que alumbró mi vida hasta ahora, aquella sonrisa siempre para mi dulce y benigna, aquella fisonomía querida inolvidable, aquella parte de mí mismo que falta ya en mi existencia.
Mis miradas de otros tiempos para las jóvenes, eran ardientes y alegres, llenas de promesas y esperanzas; las de hoy para las viejas, son cariñosas, profundamente tristes y cuajadas de lágrimas; las de entonces, iban pobladas de ensueños y de ilusiones; las de hoy, de annarguras y recuerdos; las de entonces tenían el anhelo de la vida y de la gloria; las de hoy, el deseo del descanso y del olvido.
Ay! ya no me senti viejo, sino desde que perdi ini madre; no me senti débil sino desde que me faltó su débil apoyo; no me senti solo sino desde que no volví verla.
Nunca crei que hubiera penas inconsolables sino desde que no la hallé cila para consolarme; nunca conocí el verdadero, el leal, el infinito cariño sino desde que no encuentro el suyo. Cómo sufriría ella si pudiera ver mi tristeza. Cómo inundaria de lágrimas estas líneas si pudiera leerlas. Cómo comprenderia y sentiría mi pena la que puso Fol. Ugarte Señorita (Hordarea)
en mi pecho un corazón igual al de ella! veces pienso que mi madre no ha muerto, que eso es imposibic puesto que yo vivo aún y ella y yo éramos idénticos y formábamos una sola alma en dos cuerpos. Sin embargo. para mí la prueba de que ella está muerta, verdaderamente muerta, es que estoy sufriendo solo, que no está mi lado como siempre aquel corazón que tamaba para si todas mis penas y guardaba para mi todas sus dichas.
La vida era para mí un derecho valioso y muy querido; pero desde que perdí ini madre, se me tornó en deber duro y amargo.
Adolfo León Gómez 3310 cud 02ido estó inple, dis.
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