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Milán, Parma y Venecia, como autor de Capuletos y Montescos, el Ptrata, la Extranjera. Zaira y Norma, concibe en medio de una risueña naturaleza, las orillas del lago de Como, donde alterna amigablemente con Donizetti, las angélicas melodías de la Sonámbula, que debía ser interpretada por la Pasta y por Rubini. Llega este sol su zenit con Los Puritanos en París, y los 32 años se pone, como jefe de una nueva escuela, en medio de los lamentos de todos los enamorados del arte, de la ternura y de la melancolía más arrobadoras.
Contemporáneo de Bellini, el suizo Luis Niedermeyer, representa en su patria la música teatral, que había cultivado en Viena con Moscheles y Forster, en Roma con Fioravanti, y en Nápoles con Zingarelli. París y Bruselas gozan de las primicias de su talento, con La Casa en el bosque, obra que no fué de la aprobación de Rossini, y con Stradella, ópera cuyo argumento está tomado de un interesantísimo episodio del famoso cantante y compositor napolitano Alejandro Stradella, muerto en Génova de una manera trágica el año 1678. Pero más que por sus producciones dramáticas, Niedermeyer goza de gran nombre por sus notables melodías, compuestas muchas de ellas sobre temas de Lamartine y Víctor Hugo. Matias Quesada El Hitavo Es como enorme siempreviva errante, como un emblema del amor materno: atraviesa el verano y el invierno siempre fuerte y de savia rebosante.
Como lo hubiera, por extraño, el Dante, concebido en un bosque del Infierno, bajo un penacho de verdor eterno finge su tronco el pie de un elefante.
Perpetua lucha con la muerte libra, aun en pedazos, su fecunda fibra reverdece en la tierra y los pantanos; él es la Libertad, la planta hermosa, que no pueden matar ni el hacha odiosa ni el talento brutal de los tiranos!
Enrique Fline Saborio 2270 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregon Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud Costa Rica

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