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La justicia de Napoleón estos detalles con horrible ansiedad. ter del Emperador. Desde el sitio er ta la boca del precipicio había próxin Doce pasos al frente. grito N: que nunca.
El soldado empezó andar. pero. Doce pasos he diclo. Señor. exclamó el soldado, voli despeño. De modo preguntó el Inperac de un peligro para vos, después de viuo dei de seis sueldos, y no os bebiendo cuatro cuartillos solamente ¡Que lo fusilen cu el acto!
Un momento después los ecos di una descarga, y el cadáver del soldado Las tijeras (inédit Al día siguiente de la batalla de Austerlitz, un ayudante de Napoleon penetró en la tienda imperial con una precipitación que demuestra en estos casos el anuncio de una noticia importante.
Qué sucede. pregunta el Emperador, que en aquel momento acababa de tomar, según costumbre, su vasito de johanisberg, Señor. respondió el oficial uno de los soldados del de ligeros que más se distinguieron ayer. lia matado uno de sus jefes. No le han fusilado todavía?
El Consejo espera conocer las decisiones de Pues no me conocen los generales que lo forman.
Es que. Acabad. Señor: el soldado estaba completamente ebrio cuando cometió ei crimen. Entonces exclamó Napoleón, después de reflexionar un instante. entonces, dejadlo dormir.
Napoleon volvió la espalda al mensajero de aquella noticia que resultaba trivial en aquellas circunstancias, y se ocupó en unos árduos intrincados problemas, pero al día siguiente ya estaba de pié mucho antes del toque de diana. ver. gritó uno de sus ayudantes. Que conduzcan a mi presencia al soldado que ayer mató a su jefe.
Un momento después. en la explanada donde se erguía la tienda del Emperador, aparecieron dos soldados que daban guardia al criminal.
Este llevaba el tiniforme destrozado por efecto de la batalla. Detrás seguían, en brillante grupo, una multitud de oficiales.
El soldado quiso caer los pies del Einperador, que hizo un gesto.
a penas perceptible. ordenándole que siguiera de pié. Dicen exclamó con aquella calma profunda que era el síntoma mayorde su cólera. que ayer habéis clado muerte a vuestro alférez.
El reo balbuceó algunas excusas.
Dicen prosiguió Bona parte. que estabais ebrio. Así era, señor. De qué vino bebísteis?
Del de seis sueldos. qué cantidad. Cuatro cuartillos.
Napoleón se volvió a uno de sus liombres. Hola. dijo: que traigan cinco cuartillos de vino del de seis sueldos.
Cuando volvieron con el líquido, el Emperador obligó al soldado e que apurase toda aquella cantidad de inosto y esperó que surtiera efecto. Firine. gritó luego. el soldado se plantó y saludo militarniente. Dos pasos a la dereclia!
El soldado, vacilando como en el último grado de la borracliera, cumplió la orden.
El Emperador iniró entonces hacia una cortadura del terreno en que empezaba un abismo terrible. Las tropas fornadas, seguian todos En el regio Saloncito de opulenta barbería entonaban las tijeras una extraña melodía.
Era víspera de fiesta, era sábado de amor; en las manos del barbero las tijeras despedían un plateado resplandor.
Eran tres, todas rivales: se invitaron cantar y escuchaban los cepillos y navajas de afeitar.
Una de ellas, que cortaba los cabellos de un doncel, con gorjeos de canario, dulces, suaves cual la iniel, murmuraba: Soy la clicha: yo sonrio la ilusión, y de aquella virgencita latir hago el corazón, porque arreglo los cabellos de sn principe cantor, el poeta que sus labios besa y besa con ardor.
La más joven, la delgada.
muy alegre respondia Los cabellos de los niños toda madre me confia; yo los corto con cuidado.
soy muy tierna, ya se ve: que las madres me quisieran en la fragua yo sone.
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