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de Napode nuestra moinento rg de ligeros estos detalles con liorrible ansiedad, porque conocían de sobra el carácter del Emperador. Desde el sitio en que se encontraba el beodo liasta la boca del precipicio había próximamente doce pasos. Doce pasos al frente. grito Napoleón. con la voz más calmosa que nunca.
El soldado empezó a andar, pero al liegar al precipicio se detuvo. Doce pasos he dicho. Señor. exclamó el soldado, volviéndose. si doy un paso ngis me dеѕрейо. De modo preguntó el Emperador con ironía. que os dáis cuenta de un peligro para vos, después de haber apurado cinco cuartillos de vino del de seis sueldos, y no os dais de que matáis a un hombre bebiendo cuatro cuartillos solamente. Que lo fusilen en el acto!
Un momento después los ecos de los valles repetían el rutor de una descarga. y el cadáver del soldado rodaba hasta el fondo de la sima.
cometid ei un instante, Las tijeras (Inédito)
icia que les os árduos mucho anizcan ini ía la tienda al criminal la Detrás o un gesto.
el síntoma alférez.
En el regio Saloncito de opulenta barbería entonaban las tijeras una extraña melodia.
Era víspera de fiesta, cra sábado de amor: en las manos del barbero las tijeras despedían un plateado resplandor.
Eran tres, todas rivales: se invitaron cantar y escuchaban los cepillos y navajas de afeitar Una de ellas, que cortaba los cabellos de un doncel, con gorjeos de canario, dulces, suaves cual la miel, murmuraba: Soy la dicha: yo sonrio la ilusión, y de aquella virgencita latir hago el corazón, porque arreglo los cabellos de su principe cantor, el poeta que sus labios besa y besa con ardor.
La más joven, la delgada, muy alegre respondia: Los cabellos de los niños toda madre me contía: yo los corto con cuidado, soy muy tierna, ya se ve: que las madres me quisieran en la fragua yo sone.
La tercera, ya oxidada, que muy poco relucía, los cabellos de un anciano respetuosa componia.
Yo entonaba cual las otras el melódico cantar, sino un himno semejante del cirio al chisporrotear.
Yexclamaba: soy el eco de un idilio que apagó.
soy ceniza de una hoguera que hace tiempo se acabó; tuve un alma inuy ardiente. hoy esa alma se halla fria.
no me halagan los placeres, ni me besa la alegría.
Hoy me muero de tristeza en mi noche funeral, sin haber ballado nunca mi querido dulce ideal.
Señoritas!. Señoritos. no lleguéis hasta mi edad; estar solo es cosa triste.
es muy fria la soledad. Las aleyres se turbaron cuando la otra concluyó: de las notas y polveras un suspiro se escapó, un suspiro que iba envuelto et perfume embriagador. en las manos del barbero las tijeras despedian un plateado resplander, Francisco Morriesinos Agdero.
el de seis al soldado a Zue surtiera ndo militarborrachera.
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