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Las garzas La casa de madera erguíase airosas en la propia cumbre de la pelada loma batida por los vientos como un páramo; con sus paredes encaladas y su tejado rojo parecia una sonrisa de agradecimiento al cielo límpido que, cual una turquesa inasequible, servis de grandiosa palio en aquellas soledades. quien se hubiera asomado a la puerta del corredor habríasele presentado divino panorama. De una parte la llanura de yerbas que el viento acostaba moviéndolas como las ondas del mar: y en el confin, la leguna brillante interrumpida trechos por las irregulares copas verde oscuras de enor.
mes arboles, en el horizonte, cordilleras lejanas; de otra parte, montes cercanos cultivados; y más cerca aún, el bosque nenoroso.
Sentado frente a su casa a la sombra de corpulento cedro, el mozo había visto erizar silenciosamente por el espacio azul, y con dirección k laguna, una pareja de garzas como dos azucenas sirias, desvanecidas sus siluetas blancas por la luz. Algunas veces estuvo punto de descargar sobre ellas, con certera panteria, su escopetat: ocasión hubu ett que, con el mismo intento, siguió las dos aves hasta las riberas de la laguna eurassombrias y tranquilas aguas eran el secreto de su largo atrevido vuelo.
Pero cuando llega a donde ellas se posaron, un sentimiento de piedad intensa se apodero de su corazon influido por la lobreguez de la selva y los cantos peregrinos de pájaros montañeses. Con el pie encima de un tronco añoso cubierto de liqneges y de bongos, y apoyado negligentemente en su arma, las contempo con mistico arrobiamiento. Las varzas infnndian una vida especial al cuadro agreste y casi silvaje de aquella lujuriosa naturaleza: niveas, muy niveas, tlacas, tondas como los peeccillos que peseaban, paradas en unas florantes varillas, con una para encogida y mirando melancólicamente el agua pantanosa cual si recordaran los tiempos en que fueron renas de la selva, parecían dos claves de sol en un misterioso pentagrama incompleto. Bi mozo, sobrecogido, se sintió identificado con la Naturaleza: incapaz de dañar a nadie pensó con deleite en su emable compañera que ignoraba en donde se encontraba él: pensi en el chiquitin que se pasiida las horas pegado al pecho de la madre, en sus dos chiquillos de pies descalzos, apenas vestidas siis vergüenzas que crecias felices jugando libremente bajo los ardientes rayos del sol, soplados por los vientos, y que eran su idolatria. El varón, triguelito, vivaracho; la mujercita, rubia como el oro y blanca como el arroz. siempre corriendola juntos, inventando juegos y paseos. Unos dias e chiquillo era el Halsradur que se marcbabe al campo a trabajar, yold, su esposa que le llevaba la comidn envuelta en lojas de plátano, y el café ea una botella. Otras, hacias lejanas excursiones, Solos, explorando sus dominios.
Siempre que el tiempo lo permitia, usando el padre, joven, aúo, tornaba de su faena a descansar, sentábase la puerta de su vivienda rodeado de su inmilia y contemplaba el atardecer. El sol se ponía enorme y rojo como si acabaran de Ricari de la fragua encendida: y toda la corte de tubes selenia de grana, reflejando su efistofelica luz sobre los montes que vestian estonces los colores de las rosas y de las violetas. marido sentase dichos en medio de aquella deliciosa armonia, conforme cut poseer nu tech y tierras cultivables para atender las trecesidades de su familia.
Una de aquellas espléndidas tardes, mientras un rato de sol iluminaba contra porno una de las ventanas de la casa, la esposa movie do lado al otro la cabeza para que el resplandor no le maltratara los ojos, el mozo dijo, volviéndose a su esposa y apeando de las rodillas la chiquilla para montarse en una pierna al muchacho.
Yote había contado: hos vilas garras. Pasaron tan cerca de mique por poco los largo un tiro: y quién sabe si nilas plumas hubiéramos aprovechado.
Dónde las viste? Pregunto con interés la bella y dulce espose, cuyo tipo reeordaba los de in Heiada pintados en los cuadros que representan la Arcedia. Abajo, junto a la quebrada que faldea la loma; cerca de la laguna.
Muchos deseos tengo de perlas de cerca y en el mismo lugar donde estaban Cuando le emocionaste tante que no las cogiste! y mejor porque pobrecitas. Sabe Dios sólo desde donde vendrán a buscar su alimentos, exponiendo su vida. son unos animalitos muy inocentes. Es fácil de vayas verlas. Dattata teroprano estarán en la luguna, y yo teno que irá limpiar un pedazo de tierra al otro lado de la selva, cerca del nacimiento de la Yo también las vi, papá: dijo el niño. La vi chundo Lia y yo estábamos jugando de cocinar en la troj. Pasaron voiando muy alto y nos gustaron mucho.
Si, si: agregó la niña rubia como el oro y blanca como el arroz. Yo quisiera verlas también como mamá, er In lagata, pescando o comienda animalillos. Tan lin(425 Pero será otro día: replicó el padre comida, señorita cocinera, td. que le gusta manito, que no llore; asi podrá ir su mami tra estaremos de vuelta. yo? Pregunts el nito. Us. le hará compania a su hermana Todos se quedaron en silencio. La gente sobre el zacate de la sabaneta y correr en la destellos de sol poniente. De pronto sono un gado del amor que canta su dicha entre la subl la inmensa campiñia solitaria y hermosa, luss narias fueron corriendose sobre las montañas y te misterio nocturna. Desde la elevada caña donde se había ene.
alas de vivos colores, y alzada con orgullo la pec co para despertar a las gallinas dormitonasechs en las cartas sucias del gallinero, las otras. La Das estrellas esfumadas tras la alborozante lum.
boras, como fugitivas sorprendidas por el sol:yr las cordilleras que limitaban el horizonte. Et cual un jazmín, no se oſa ruido. poco alguier se abrió una ventana y apareció una mano arrojaron un poco de agua de jabóu al patio, Sobre los campos sanse tendiendo alfombras inando alado la garrula alegría por el aparatoso El mozo, en camiseta, salio al patio; recost dal del corredor, acercóse luego a un mollejón, y de trabajo. Su mujer, al verle salir, Je dijo: No te vayas porque el café está list agua.
Efectivamente, aun no había acabado su ta za, cuando lo volvieron a llamar para entregarle do en la casa. mientras el marido trasegabac se pegó al pecho el mamoncillo de cuatro miesos pues el pobre no la probaría más hasta que ells tertanto con agua miel que sus bermanitos le pre chiquitin se regalo a su sabor. y solto el pecho poc taron con Lila, quien, como su hermano, a pesar donde se lo llevó su cuidadosa madre, no pensaba Ya se le veia la cara al sol cuando la feliz pa do al paso los prodigios de la Naturaleza one cou del alma, cual si fuese la primera vez que disfruta Solos, los muchachos se creyeron en la glor vieron jugando en el aposento. Por fin, fastidia formalmente sosegar ss infantil actividad y se po nina su camisa y falda corta;c muchacho su cam tidos por un solo tirante. Lila que fue la que est cina con ánimo de encender el fuego que estaba 10: Date prisa y cuida ese chiquillo mientras y acompañar.
Bzeno: contestó obediente el muchacho.
su hermanito, to arropo bien en los pañales y se 101 repleta de mazoreas de malz sin descascarar desde po con el niñito hasta el techo. Las mazorcas, e ruidosamente hasta a fuera del cobertizo de region patio. Una vez arriba el mocito arregló un nido al inuchas precauciones, procurando que no se maltra pués le cantó, le hizo mil monerias y lo contempla El niño, por su parte, parecía comprender todo el a su hermano cuantas monadas invento para entreten tosiasmo mencaba las piernas gorjeando como una licitud que sus hijos mayores desplegaban siempre tidad: De esta guisa deslizábase el tiempo, cuando la fue interrumpida por un grito desgarrador que pare sa pictada en el gesto, el mucbacho presto atento oid una ilusión. Los gritos continuaron y distintame 2:08

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