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Preocupación Ráfagas Cual labrador que con pujante brio.
Del sol neciente a los fulgores rojos, Devastando del campo los abrojos, Granos siembra en el surco sú albedrio. en la noche, al sir el viento frio, Se le llenan de lágrimas los ojos Porque teme encontrar sólo rastrojos, Bonde solo la mies en el estio: Asi yo que en mis verdes primaveras, Siembro por mi camino las quimeras Engendradas en dias halagienos, Al sentir los rigores de la suerte, Temo que el soplo de temprana muerte Destruya la cosecha de mis sueños.
Fulián del Casal Cu musa Julián del Casal La frente pura y celestial ornada con el ciprés que túmulos decora, por en medio de turba que te llora va tu joven y triste desposada.
Obscura por el llanto la mirada, en un tiempo trasunto de la aurora, lleva con fe de mártir salvadora en la mano tu lira levantada.
Note ama y sirve con amor oculto, pues es por noble y seductor ejemplo divina pregonera de tu gloria: Vestal enamorada de su culto, en el del Arte inconmovible templo alimenta una llama tu memoria Una noche en que el viento golp rentanas, llamaron mi puerta debil Era ella!
No la mujer en quien cifra uno rendida el corazón; no la joven heril la pesca de incantos. 110: 10 era sus caricias por un mendrugo de pa trada por un capricho pasional.
Para nii, era algo más: una flor doblaba su tallo para besar la tierr el cálido beso del sol, aspiraba el aliento de boa la atraía hacia su seno ¡Era ella!
Una viejecita que, bajo el peso me fardo de dolores en el cuerpo y tir de esas que jamás se cicatrizan. Oh! Mientras mis amigos pasal boliemios. escanciando vino en compai triste. vertía en la copa del sentimiento toda la amargura que aquella alma mue brindaba: aluna heruiana en sufri niientos. Por eso yo le daba albergue en ani vivienda: porque gozaba escuelando el relato de sus pesares y me parecía que una na iban desfilando las escenas de mi vida.
Ano tanto a los que sufren, que sigo tras ellos, las luellas que dejan en el Quilio del dolor.
Lejos del terruſo natal, pensaba en mi madre, que lloraría la ausencia de su hijo. igual La que aquella anciana lloraba la de sus fallecida rec hijos muertos inocentemente en los campos de batalla, verter el capricho de un tirano.
Su voz despertaba en mi el recuer hacía comprender las asperezas de la Fusio Facio Justo Facia Leyendo tus estrofas cinceladas se oye el golpe sonante de la escapa, cuando del mármol en que vibra y topa hace surgir las formas alentadas.
Como al huír las aves azoradas el vuelo emprenden en confusa tropa.
de cada verso, como de una cope, las imágenes brotan en bandadas.
Si veces la mortal melancolia bate sus alas en tu triste frente.
se acibara también el alma mia; Porque en tu queja de dolor ardiente que llega al alma envuelta en arraonia, de las adelfas el sabor se siente.
Roberto Brenes Mesin

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