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en la mesa de disección Pascual murió de pasión por una mujer.
Tanto había ocultado en vivia aquellos amores no correspondidos, que sólo para el sér quien quiso dejó trasportar por su cuerpo la esencia divina que encerraba, Sufrió de la mujer querida toda clase de traiciones: no vió jamás abrirse para él una sonrisa, y, sin embargo, la mirada y el pensamiento de Pascual iban siempre en dirección de la mujer amada, como esos girasoles que constantenente vaa volviéndose de cara al astro del día. Después de muerto, habré de estar siempre aferrado tí, había dicho Pascual la joven, después de haber sufrido uno de sus desprecios es el caso, aquí entra lo extraordinario de mi cuento, que el amante siguió queriéndola després de muerto No hay que preguntar por qué fenómeno los labios del cuerpo inerte conSacó el primero nua arma médica y parte, tocaba aquel día enseñar anatomia Hundiose en la carne el acero, entplec do rota aquella urna del sentimiento, aquel oficiado el corazón en el altar sublime del ar Ni un estremecimiento material denot Las arterias rompiéronse: hiciéronse gulada la sangre, aquella sangre que tan vel más leve seilal hubo de que aquello 10 ft abierto como libro ante la ciencia.
El profesor siguió sus exploraciones extraños trabajaban en aquellas cavidades no esté sabiamente colocado, ni miembro nismo, El despojo no se movía, no contraia los filos cortantes; los dejaba internarse tras Al fin, quedó éste la vista con sus Ahora vamos penetrar en ese mur los discípulos, y vamos a conocer los resot Una voz débil, extrahumana, dejó cor cípulos los ojos, y los labios del cadáver lientes. No desgasreis mi corazón dijo el mujer quien améis, por aquella en quien mi corazón sagrario de ella; sepulcro que inagen; cáliz en que guardara su esencia at Podéis destrozar toclos los miembros ciencia en mis músculos, estudiar el mecanis el torrente circulatorio en mis arterias, la ar las sustancias que intren el cuerpo en mi sa su amor, que no fué mío ni una sola vez en zen.
Mi corazón no me pertenece: pertenec venero, lápida con que la cubro, ánfora dond vez habréis amado, sabréis el tormento de ción de no ver una amorosa sonrisa, el su labios.
Yo he devorado todas mis pepas, he si y el consuelo que queda mi cuerpo después aferrado ella, llevándolo con ligaduras fue Cesó la voz de otros mundos, juntáron y nadie osó punzar en aquel corazón afligido, Cayeron en el mármol los instrumento una lágrina y entre todos cerraron el pecho parecida la que va oculta en cada corazón Vista en la calle del Cementerio General servaron la palabra, ni por qué aquel cerebro guardó la razón cuando se habo apagado en él la luz de la vida.
No se puede justificar el milagro por la catalepsia, porque esa extraña enfermedad no permite articular palabras. Tampoco puede justificarse por el galvanismo: los cuerpos galvanizados no hablan; se mueven: Paseual habló después de muerto; hablo, y voy trasladar aquí sus palabras.
Ya habia sido llevado el cadáver a la mesa de disección.
Las dos varas le mármol donde estudia los problemas de la vida la ciencia, recibieron la inerte materia, cuyas fibras guardaban ain el sentimiento, Tendido el cuerpo en la superficie, esperaba el momento de ser rodeado por el profesor y los discipulos.
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