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raidor!
Flórez no que Impresiones fue yo acecho no me en su indené: Cómo 1, ven cúpela!
Corría el mes de marzo. Una distinguida senorita de nuestra me jor sociedad celebraba sus días. Se veía agasajadísima. Tarjetas, obsequios, regalos. Entre el gran número de tarjetas que le dejó el airtero. sobresalia ni paquete. Lo descubrió. Era un libro. Leyó el título y una sonrisa de gratitud asomó sus labios. Le halagaba el obsequio. Parecía considerarlo como el mejor de todos. Eran las tres últimas producciones del eximio poeta Julio Flórez. Vanojo de zurzas.
Cesta ete intos y Cardos y lirios primorosamente unidas por primorosísima encuadernación, senviado el obsequio por un admirador costarricense de!
gran poeta colombiano, como el mejor presente a su amiguita de tierras lejanas y también admiradora del poeta nostálgico, sentimental, delicado, tierno en unas estrofas, imprecativo en otras. La señorita que tan valioso presente recibía y que tan alto había apreciado el valor del obsequio, era la señorita Josefina Odio Méndez. ilustrada lija del señor Rafael Odio Zabala, superintendente provincial de escuelas. Entre todos los obsequios, ninguno me ha emocionado tanto como este libro de bellas poesias Léalo le agradecí la ocasión que me brinda ba de conocer en libros quien había admirado en composiciones sueltas.
La musa de Julio Flórez es la inusa de los que sufren, de los que sienten londo, de los nostálgicos de amor, de los nostálgicos de buena amistad, de los ilustálgicos de seres queridos, de los nostálgicos de la patria. Cuántas vivas antorchas apagadas en cuatro lustros de dolor apenas. Cuántas flores fragantes des hojadas del cauce de mi vida en las arenas!
Casi todos: mis padres, mis hermanos y mis amigos, duermen so la tierra. Ya lo siento el contacto de sus manos!
La sima de la tumba. los encierra.
Es la musa del dolor. noblemente sentido. En el dolor hay poesía. En todas sus preciosas composiciones refleja su manera de sentir la vida, y canta a un rio, el Tequendama, y lo liace laumanísimamente. le dice: Ah, yo soy como tú, también fuí río: me deslice por sobre blanda arena bajo un cielo de bóveda serena y recorrí la vega y el plantio. Más tarde. la fatiga y el hastío y más que todo, la desdicha ajena.
al repletar mi corazón de pena me senti desplomado en el vacío. estoy cayendo en el abismo obsenro de mi dolor letal, sórdo, infinito.
como tú, del peño innoble y duro.
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