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En la capital (SAN TO de ag nacidas en un mismo día y de una misma madre; y aunque aliora ves nuestros cuerpos negros como el azabache, éramos al nacer más blancas que los nardos.
De cien leguas la redonda venian gentes conocernos. tanta era la fama que cundia de nuestra gentileza. Esta fué la causa de la desgracia que nos a.
Aige, porque un hada muy poderosa, enemiga y rival de nuestra madre, resolvið vesgarse de ella, destruyendo lo que era su mayer orgullo: la singular hermosura de sus hijas. Vanos fueron todos los cuidados y tiernas solicitudes que se emplearon para sustraernos de la maldad de la rencorosa enemiga. Undia se le pre sentó la ocasión que tanto deseaba. Dormia nuestra madre sobre la hierba fresca orillas de una rio y nosotras Aotábamos sobre una cura de hojas de nelumbo, es condida en medio de los juncos, cuando sobrevino el bada. Al amparo del traidor silencio con que se fué aproximando burló la vigilancia de nuestra madre, la cual no pudo impedir que nos cubriera con un perfido veio que poseía la virtud de ennegrecer la más cabal blaneura. Todos los medios han sido agotados para destruir el maleficio. Los más hábiles encantamientos han fracasado ante su misterioso poder; negras nos hemos quedado y negras seguiremos siendo si tú no lo remedias. Oh, Satan, settor omnipotente de las tinieblas, sé generoso. compedécete de nosotras y devuélvenos nuestra piel die lirio.
Accedo vuestros ruegos replicó Satán, y volviendose al concurso afladis con acento imperioso. Acudid mi voz, negros espiritus de las sombras, brujas y hechiceros gnomos, elfos y lutinos. Obedeced lo que os mando. Juntad vuestra ciencia infernal y preparaci un fltro que estas hadas devuelva su hlaucura. este llamamiento del amo, todos se aproximan en actitud humilde, Señor. exclama una bruja centenaria, horrible y desdentada, el filtro que ha de obrar esa maravilla yo lo conozco, mas para hacerlo se necesitan, entre otras, dos cosas indispensables: la sangre de un recién nacido y el corazón de un avaro. Ven aquí, Puck llamó Satán. t, el más listo de mis demonios, parte en el acto y traemos lo que esta vieja pide. Roba la madre feliz su tierno hijo y rasga con tu puñal el duro pecho del avaro.
Puck desaparece en una espiral de humo. Antes de un cuarto de hora vuelve triunfante con lo pedido. Entonces la vieja prepara los ingredientes y pronuancia los conjuros. Después lo echa todo es un caldero y revuelve lostszones para cocinar el brebaje, masculiando fórmulas cabalísticas. Brilla la lumbre y comienza de nuevo la ronda infernal en torno de la hoguera. Cada vez son más violentas las llamaradas; pinos enteros se retuercen con estallidos lúgubres, y la vieja no cesa de atizar el fuego. El cráter tiembla de placer como renacierido una nueva vida: los diablos mismos admiran la intensidad del incendio y es milagro que no se funda el caldero, que ya está casi blanco El alba, el alba. exclaman varias veces, y por encanto desaparecen todos La vieja, ya montada en su escola les grita desde muy alto: Si el corazón del avaro se ha ablandado el filtro es bueno y bebiendole recobraréis vuestra blancura.
miag Aunque en los campos sube lia ya nacido.
pláceme el ruido la se de las ciudades, que porque si sufro sólo esa bulla Ciud calma y arrulla más mis tempestades.
dudo tal ve Olvidas, wiña.
que vengo verte salec ¿para ofrecerte mas mi hogar natal?
pues bien: si quieres.
si te decides.
Alla pido que olvides SON la capital.
más las av Agui liay palacion sione Cuando cerro la noche. alguno de pueblo se refugiaron en la fragua, único e que había quedado en salvo, la orilla del andaban por las calles como bobos, sin sal Qué tristeza tan grande! Las casa echando humo de trozos de madera que se entre los escombros.
De cuando en cuando se sentía algún chispa. Después todo volvía a quedar Va el fuego la muerto y las tres bades se aproximan ai caldero, llenas de esperanza Sacan del fondo el corazóa. Oh, dolor! está petrificado! todos los fuegos del inferno no han podido ablandarlo.
Entonces con el pecho lleno de sollozas y cuajados de lágrimas los pár.
pados, alzan también el vuelo y al llegar a la cúspide del cráter el primer rayo del sul paciente puso en sus negros cuerpos, un reflejo sombrio como el de las perlas negras.
Dios te libre, bijo mío. concluyó ini a Dios te libre de ver semejantes horrores, Lucbci Ricardo Fernandes Guardia

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