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Gotas amargas «Las niñas engañadas, a los hombres bien les pueden partir el corazón: que no es crimen robarles la existencia si roban criminales el lionor. Así cantaba un ébrio macilento con voz enronquecida por el ron.
tratando de olvidar en la taberna que a su hermana un infame deshonró.
La infeliz, la puerta de su casa, escucha entristecida la canción: y llora lamentando su infortunio, y llora por su hermano con dolor.
El cantor en horrible borrachera en un banco dormido se quedó, y entretanto burlarse de aquel hombre penetra en la taberna el seductor. canta el miserable con descaro el triunfo vergonzoso que alcanzó una sombra se acerca cautelosa atraída quizá por la canción.
De pronto, una terrible puñalada a paga para siempre aquella voz y en un charco de sangre moribundo al canalla la joven lo dejó.
La muchacha se aleja por el monte cantando enloquecida la canción con la misma guitarra con que el ébrio su estrofa vengativa acompañó. Las niñas engañadas, los hombres bien les pueden partir el corazón: que no es crimen robarles la existencia si roban criminales el honor. Daniel Ureña VII. 1907 2460

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