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Gl Entierro del Sol Cuento original Trascurrian los años, y no lograba atrapar marido la triste Nulidad. En vano por las tardes se plantaba, cabe la reja, bien emperejilada con los trapitos de cristianar, muy lindamente engomaditas las rosquillas de pelo sobre la estrecha frente, y su buena mano de arrebol en los carrillos. Lo que es peje, lo había de sobra: pero en llegándose ella, olían la carnada y se largaban sin morderla. no era porque vulidad le faltase, como no le falta ninguna hembra nacida su gancho y su aquel: sino porque a leguas se conocía que no había inventado la pólvora la pobre chica.
Pasó el Talento, coronado con laureles; miró Nulidad, y torció el rumbo diciendo de ella lo que la zorra al busto. Tu cabeza es hermosa, pero sin seso.
Pasó el Mérito, cubierto de preseas, la miró de reojo y no la dijo siquiera: por ahí te pudras.
Pasó el Valor, seguido de sus aguilas, echóle una mirada de envite, Nulidad (porque no es cosa del otro jueves el que las niñas se desvivan por los héroes. y éste, con soldadesco desden se contentó con decirla: la vuelta lo venden tinto Llegó su turno al Egoísmo, enteco como un espárrago, ceñudo como un buho, fatídico como un buitre. Con este sí que a pechugo, exclamó Nulidad tendiéndole el anzuelo de sus guiñadas sin luz, provisto del magro cebo de una sonrisa sin pizca de sal Dicen que casamiento y mortaja del cielo bajan; pero en el presente caso el nudo quien lo ató fué el mismísimo diablo.
Por su puesto, que no hubo ni arroz ni gallo muerto en aquellas bodas. Egoismo no era hombre para echar la casa por la ventana, y Nulidad no era mujer para consentir en que al casorio asistieran otras de mayor sustancia que ella. Juntos se encontraron, pues, en este par, el hambre con la gana de comer.
Rogando estaba a todos los demonios el cicatero Egoísmo para que no le diesen prole, cuando Nulidad le anunció que estaba a punto de ser madre. Rabió el ruin, maldijo su negra suerte, mas todo en vano, pues Natura liizo una de las suyas trayendo al mundo una menguada criaturita, trasunto fidelísimo, que ni sacado en molde, del quien para quien de sus padres.
No tuvieron éstos tiempo de disputar acerca del nombre que habían de dar su primogénita, porque como la bruja que la recibió en los brazos observara que la recién nacida se enfada ba al acercarle la luz de la vela cada vez que le cambiaba la faja. la bautizó Envidia y Envidia se quedó por los siglos de los siglos, amén.
Creció la chica en un dos por tres, como dicen que crece la mala verba, manifestando desde muy temprano cierto alarmante síntoma, que consistía en la rencorosa manera conque miraba las cosas buenas que no eran suyas: lo que por algún tiempo puso en cuidado sus dignos progenitores, hasta que la nodriza les hubo de tranquilizar diciéndoles: que la niña había nacido con aquel mal que en la patología 2476
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