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ción era grande, en mis ojos brillaron dos lágrimas. Eleonora, al verme en aquel estado, me dijo dulcemente, como con temor de disgustarme. Ves, Alberto. Comprendes ahora por qué nuestro amor es imposible?
No le respondí, la miré con mucha ternura, besándola con los ojos: ella se puso roja, muy roja. luego me extendió la mano como para sellar con aquella unión nuestro pacto de sacrificio, Mientras estrechaba su mano delicada, sentia en mi interior esa tristeza indecible que satura la campiña cuando en las tardes de otoño, los árboles lloran sus hojas sobre la ruta polvorienta. Co los José Fabio Garnier ju es qu ca de br Declinando ara Páginas Ilustradas se ho fe jo si Tiritaba el invierno y atardecía.
Entre su estrecha jaula y envuelto en brumas.
El ruiseñor enfermo que se moría Daba al helado viento cantos y plumas.
fo co el De la nostalgia herido, viendo la reja Que roba ba al espacio todas sus galas, Lanzó desconsolado su última queja ocultó la cabeza bajo las alas. a t e 11 Pobre musa que mueres! de tu agonía Deja que entre mi pecho la pena esconda: No la comparte nadie. que sólo es mía nadie la adivina porque es muy honda. Adolfo León Gómez Bogotá 496

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