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steza llo En la semana pasada tuvo verificativo una fiesta harto simpátiSe trata de la jira campestre con que el profesorado del Liceo de Costa Rica obsequio su digno director don Elías Leiva.
Desde que se anunció el paseo, en todos los ojillos traviesos de los muchachos retozó como una chispa, la alegría.
Salimos del Liceo a las siete y media de la mañana. llevando el júbilo preso en las rosasde las mejillas: llegamos a la estación donde espera ba, con su melena de humo echada bacia atrás, el expreso con que nos obsequió galantemente el señor Ministro de Instrucción Pública, asiduo simpatizador de las fiestas escolares.
Nos dirigimos Cartago y aunque habíamos salido con un poco de llovizna, buen cuidado tuvo San Pedro de recoger sus lágrimas y brindarnos un día pedir de boca, sin sol ni sombra, como dicen.
Hicimos rumbo a La Lima. finca de don Juan Rafael Mata. El señor Gobernador de Cartago, don Nicolás Chavarría, amable siempre.
houró con su presencia nuestra fiesta, lo mismo que el aventaja do profesor don Juan Umaña. Asimismo departieron nuestro contento varios jóvenes cartagineses que vinieron aumentar nuestra alegría.
Durante el camino hacia la finca reinó un órden no militar y simétrico, sino si decente y armónico.
Llegado que hubimos a La Lima almorzamos bajo el ramaje frondoso de los árboles que parecían sonreirnos y que nos obsequiaban con su cortinaje de sombra pródiga, como todo lo del campo.
El cuerpo de profesores hizo por la vida con la mayor compostura en sendas mesas preparadas al efecto.
La cordialidad más cabal reinó en todo, y es de notarse, para orgullo del profesorado y de los alumnos que, pesar de ser presa de la alegría no se asomo ni por las ventanas Baco, ese diocesillo retozón y díscolo y liviano.
Después del almuerzo todo fué reir, correr y gozar como por tarea.
Cansados de brincotear, y rosados, y sudorosos, con la alegría en el alma y la fatiga en las piernas, nos fuimos otra hacienda del mismo distinguido caballero señor Mata. El Molino. Después de llegar, por supuesto, sono la orden de: al agua patos y las pilas de un beneficio de café recibieron en su líquido seno un mundo de traviesos chiquillos que jugaron entre risas y chapuzones largo rato, siempre espiados por el experto ojo de los profesores como quien dice evitando resfriados.
La fotografía se encargó de llevar en sus sensibles placas las más risueñas impresiones, y su vez el sport, bizo las delicias del paseo; se jugó foot ball y base ball hasta la saciedad y luego nos dirigimos Cartago donde tomamos de nuevo el tren despidiéndonos con pesar de las brisas vivificantes de las campiñas.
La jira en los lomos del titán de acero fué un derroche espléndido de júbilo y entusiasmo, siempre dominado por la cordialidad y el afecto.
Los vítores se encargaron de saludar al estimable cuerpo de profesores y de agradecer su galante obsequio, así como de felicitar al señor Leiva.
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