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ar con con hoy a sed iel rilable: ue de le bajoyas remetal, quedaba la figurilla dentro de aquella envoltura de arcilla cocida, que forzosamente tenían que romper para sacar la imagen deseada.
Nuestro Museo Nacional conserva más de cien piezas de oro y muchas de cobre sacadas de las antiguas sepulturas de Cartago y de Nicoya, con mayor abundancia las primeras que las segundas por ser el oro un metal que resiste por siglos la humedad del suelo, mientras el cobre se oxida con facilidad.
Llegué un cacique, dice Gil González Dávila, que se llama Nicoya, el cual me dió de presente catorce mil castellanos de oro, y se tornaron cristianos seis mil y tantas personas con él y sus mujeres y principales; quedaron tan cristianos en diez dias, que estuve allí, que cuando parti me dijo el cacique que, pues ya él no había de hablar con is idolos que me los llevase y dióme seis estatuas de oro de la grandura de un palmo y me rogó que le dejase algún cristiano que le dijese las cosas de Dios, lo cual yo no osé hacer por no aventuralle y porque llevaba muy pocos.
Asi se explica por qué las guacas de Nicoya tienen tan pocas piezas de oro, mientras las de Cartago, en el valle del Agua Caliente las tenían en gran abundancia, al hacer sus escavaciones don José Ramón Rojas Troyo.
Una verdadera revelación para la ciencia arqueológica, ha venido ser el hallazgo de muchas piezas de oro en el valle del General durante los últimos años.
En 1889 dió conocer en Europa el señor Liders la gran cantidad de ornamentos de oro encontrados en Chiriquí el año de 1859: pero solamente 46 grabados en plomo se publicaron, y la colección, euyo importe ascendía un millón de pesos, fue inmediatamente fundida para convertirla en moneda.
Los mencionados grabados, sin embargo, suministran importante material para contribuir eficazmente al conocimiento del grado de adelanto que había alcanzado la metalurgia entre los indígenas centroamericanos. medida que la civilización avanza el cariño de los hombres por los objetos que muestran la cultura de las pasadas edades aumenta más y más; los museos se disputan la posesión de piezas arqueológicas y muchos millones de pesos se gastan todos los años levantando suntuosos edificios, costeando exploraciones y organizando personay les idóneos para la conservación y estuAguila de oro traida recientemente del dio de las cosas viejas. Bien es cierto General; mide 86 milimetros, y que podemos vivir sin arqueología, copertenece al Museo mo se puede vivir también sin escuelas, sin teatros, sin bibliotecas y tal vez hasta medio salvajes; pero todos los pueblos modernos aspiran su perfeccio namiento y Costa Rica por su posición geográfica tendrá forzosamente que caminar adelante, impulsando, a pesar de su pequeñez, las investigaciones de carácter científico, porque ellas son el objetivo primordial de la moderna culEl valle de El General, decíamos, ha venido revelar nuevas piezas de oro procedentes de las tribus indias que habitaban aquella región en tiempo de la conquista; el grabado de un lagarto (Alligator punctulatus) que publicamos hoy, pertenece al citado valle y representa uno de esos dramas tan comunes en la lucha por la vida: el hombre devorado por una fiera. Esta pieza mide once centímetros de longitud, es de concepción fantástica respecto a la forma del animal; pero el hombre está bien representado y la pieza toda es de un efecto admirable. El laenta e ac En 66, rción erra te el ne se toparealto para ΤΟ nbos de ante cada que росо tura, o en Sormislo el 2501

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