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de su lira con el vigor de un Hércules, pror ndo ondulaciones sonoras que, como un canto de triunfo, recorren sin debilitars capas atmosféricas de España y de Indias. Hine declamó bien; pero el público habría preferido una composición más corta que aquélla; yo, por mi parte, habría preferido el simple recitado la declamación, que pide coturno. Naturalmente, esta preferencia no supone inferioridad en el desempeño: es sencillamente una preferencia. Despues de todo, la declamación se avenía bien con el temperamento de Hine, joven lleno de vigor inte lectual, quien las musas han dado una lira cuyos acordes atraen la imaginación hacia el país azul del ensueño. He allí una aurora que hace esperar un día refulgente. En el azogue de esta velada los críticos sin benevolencia hallarán sin duda lunares; pero eso no quita que ella represente un triunfo señalado para el Ateneo, el cual inicia sus labores dando muestras de aliento que sólo se notan en organismos dotados de poderosa vitalidad. De La Prensa Libre)

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