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Discurso del Doctor Zambrana Señor Presidente, f Señoras y señores: Tomo parte con entusiasmo en este acto por el que se levanta en Cos ta Rica un hogar para las letras y las artes, un punto de reunión para los entusiasmos por lo bello y lo sublime. Lejos de ser de los que piensan que sólo la vida material importa, abrigo la convicción de que si vejetamos co mo plantas que chupan el jugo de la tierra y sobre ella pacemos, podemos aspirar, al menos, no ser inferiores a las plantas que con sus colores la visten y la perfuman con sus hálitos y las aves canoras que con sus trinos la pueblan de armonías. Vengan las ideas zumbar aquí en laboriosos enjambres. Vengan las calandrias y los ruiseñores del arte con sus arpegios y sus rimas. Vengan las mujeres hermosas esparcir los efluvios de su belleza cuasi celeste, inspiradora y estaciante. Abandonemos por unas horas, de tiempo en tiempo, los afanes y los contentos de la vida vulgar, la prosa del viaje entre el apetito y el tedio; alcemos la vista a los altares en que se levantan puras, nobles, melodiosas ideas, objetos de casto amor y de sublimes ansias: lo bello llena de soles el pensamiento, esparce en él la fragancia de invisibles pebeteros, le hace crecer las alas, le abre nuevos horizontes en la vida: lo bello, moral o material, es la única revelación que de veras recibimos de lo que debe estar más allá de las fronteras de nuestra vida, mas allá de aquellas playas en que se rompen en leves espumas nuestras ansiedades férvidas, nuestra angustiosa aspiración hacia algo que la prosa común no oscurezca con su sombra: lo bello es el reflejo del cielo azul de nuestros ideales sobre la negra realidad de nuestra angustia.
Hace ya tiempo, no había llegado a su mitad la brillante centuria que acaba de extinguirse, cuando comenzó cierto trabajo de zapa contra todas las obras del pensamiento humano que no tuvieran un carácter marcadamente positivo. No satisfechos los demoledores que me refiero con mirar como juegos infantiles para la humanidad los credos y los entusiasmos religiosos, que intentan un puente imposible entre lo finito y lo infinito, entre lo conocido y lo que parece imposible conocer, querían arrancar del pensamiento todas las flores de lo ideal, encerrándolo en aquellas labures que sólo la vida material»se refieren, como las únicas productoras de ventura, tachando de estériles sus empresas de otro género: bien pudo contestarse esos mutiladores de la inteligencia, que ciertos trabajos mirados, por siglos, como de pura especulación intelectual, de los matemáticos griegos, han tenido cumplidas aplicaciones en la obra eficacísima de la artillería moderna, con que la suerte de los imperios se decide; pero también puede observárseles que si la cacería del goce no es negada por ellos como característica de nuestra naturaleza. lo que tachan de especulativo en la labor política. por ejemplo. es lo que ampara en definitiva el campo del cultivador, la fábrica del obrero y la factoría del comerciante, lo mismo que el sueño del místico, el taller del artista, el vuelo de la inteligencia del pensador osado; 2424
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