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de todo lo que sufre y lo que llora, mañana os librará de aquesa suerte allá en el matadero: cuando principie despuntar la aurora compraréis el alivio deesas penas con el tibio rubí de vuestras venas. aquellos ueyes viejos, cansados, impotentes por vetustos, miraron allá, lejos, los últimos reflejos prendidos en la cumbre de la sierra; evocaron sus ímpetus robustos de ya difuntos años, y vieron con extraños ojos el seno púber de la tierra que convierte la carne y los dolores en perfumadas y rojizas flores, Los dos atletas dóciles, sombríos, que de la aurora las primeras luces miraron, cuando araban en pos del montañés en los plantios, inclinaron, humildes, los testuces; dijérase lloraban con los ojos insomnes, siempre fijos, mirando, no distante, los cortijos ornados con ubérrimas labores en la extensión feraz de la pradera, en donde de aquel rústico, los hijos, al lado de su madre placentera, hallaron a los fuertes labradores humedeciendo el campo con sudores.
Dijerase lloraban, consternados, los bueyes fatigados, al mirar por vez última la amada plantación acullá, sobre los prados, enviándole un adiós con la mirada la hora en que la tarde sombras viste, adiós lleno de angustia, adiós muy triste!
Las estrellas. clemátides de fuegoel río murmurando en la montaña monótono estribillo, la dulzaina y el canto del labriego, el trajín de la plácida cabaña, el piano del grillo vibrando en la espadaña, y el viento que retoza en la llanura, convergen al concierto de natura, El toro ensaya su mugido bronco obedeciendo las eternas leyes de aquese movimiento que impele y rige las astrales greyes y al piélago encrespado, siempre ronco; 2530
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