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LA SERENATA DEL CIEGO la delicada poetiza Srta. Magdalena de Peñia y Badín Escucha mi sentida serenata, niña del corazón; que en mis negras pupilas se retrata la noche del dolor.
Aunque pobre, yo canto tu alma hermosa y canto tu virtud, porque brilla más pura y más radiosa que el astro de la luz.
Qué importa que estos ojos no te vean ni contemplen tu faz, si los ojos del alma se recrean mirando tu bondad.
Al que sufre le brindas tus cuidados, pues sientes compasión de los seres que lloran olvidados sin techo y sin calor.
Dios bendiga con mano bienhechora tu santa caridad, porque eres decidida protectora de los que piden pan.
En mis noches más negras intranquilas alumbras mi dolor con la luz que consuela mis pupilas: la luz del corazón.
Daniel Ureña

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