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La abuela durante aquel paciente trabajo hablaba. ir pasame sto agora, cuando está tan carísimo. yo qu iba tan oronda porque me habían rebajao un diez en la medida. pos ya stá, me salió más caro, sea la voluntá de Dios. Si todo se rejunta, agüela decía la muchacha, siempre risueña y mirando a los curiosos. I No sabía qué pensar en aquéllos momentos ante aquel cuadro: dos ideas me distraían: las congojas de esas gentes para ganar los jornales, la fuerza de trabajo que representaban aquellos granos caídos, la doble labor para adquirirlos nuevamente, y luego, la ironía del destino que a veces se complace, sin motivo, en llenarnos de sinsabores más la lucha С por la vida.
e P e 11 ra Mientras reflexionaba, miraba la muchacha, fresca y bella, flor de los campos llena de inocencia y de risa pura, y la comparaba con la abuela.
En aquellos momentos ambas se encontraban todavía recogiendo el maíz y la abuela siempre renegando de su tuerce, semejaba una clueca buscando entre la hierba, el alimento para los polluelos.
Ambas nos miraban de vez en cuando: la una con sus ojos que fueron. y la otra parecía que iluminaba con los suyos, negros y relampagueantes, aquel pedazo de suelo para que la vieja sin dificultad, pudiera alzar los granos de uno en uno.
Cuando concluyeron, y la pobre mujer vió que poco se había perdido, sonrió, se levantaron y entre las dos hicieron un nudo fuerte al saco, y puesto ya en la cabeza para seguir camino del pueblo, la muchacha, siempre risueña, dijo: Ya ve, agüela, como no fué nada. Stenio San José, agosto de 1907 to SC La calumnia Puede una gota de lodo sobre un diamante caer, puede también de este modo su fulgor obscurecer; pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, el valor que le hace bueno no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno.
Rubén Darío 2566
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