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del crimen, sobre las desolaciones de la vida, sobre los enervadores placeres del sentido y los clamorosos triunfos de la iniquidad, está el ideal, como estrella que demarca el rumbo a las almas candorosas prendidas en lumbre de poesía y de nobleza.
Dejemos que el tiempo arrastre al olvido pasiones a pagadas, ideas vanas, ilusiones. ensueños y esperanzas: dejemos que al entusiasmo falaz suceda la frialdad del desencanto y que sobre la hermosa mentira del amor se alce la duda que proyectando su sombra fatídica sobre las brillanteces del alına soñadora: pero 110 turbe el inal nuestra conciencia, no descienda nuestra almii, ni el remordimiento 110s en venene el corazón.
Si no podemos inmortalizar esos sentimientos purísimos que soñamos en los devaneos del espíritu por qué llorar su muerte? Dejémoslos Costa Rica. Vista en la via del Ferrocarril al Atlántico Northern Railway Fot. Rudd morir y guardémonos de verter lágrimas sobre sus despojos. Hay un libro en que un soñador hosco y sombrío, quien puede llamarse el poeta del amor divino, escribió estas palabras: el principio de toda tentación es la inconstancia. Con todo. hay algo en la tierra que no abrigue en sí mismo el germen de lo mudable y tornadizo. Por qué nos pagamos de la forma, que aun más allá del sepulcro cambia eternamente, si no podemos hacer inmortales en un mismo aspecto, manifestación graciosa de lo bello, las facciones angélicas que sumen en delicias nuestro espíritu. Por qué sobre las ruinas del altar querido donde nfren2599
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